Thursday, November 19, 2020

PERSONAJE: VÍCTOR ANDES, UN HOMBRE DE PARTIDO / Wilmer Valverde

 Identidad.

PERSONAJE

VÍCTOR ANDES, UN HOMBRE DE PARTIDO

 Por: Wilmer Valverde


Juan Alcántara Hernández

Juan Alcántara Hernández es un nombre que puede sonarnos como otro cualquiera dentro de nuestro diverso -y divertido- bosque nominal peruano. Pero si pronunciamos Víctor Andes, la cosa cambia. Y es que el nombre Víctor Andes no se refiere a un tipo cualquiera, digno de olvidar. Él es un hombre de Partido, muy activo en las décadas de los 70´s, 80´s y 90´s. Baste decir que fue maestro de Gregorio Santos -Goyo para los amigos y enemigos-, Máximo León, Porfirio Medina, entre otros conocidos actores políticos cajamarquinos, a quienes formó y orientó su vocación política hacia las filas de la izquierda. Empezó su trabajo con las Rondas Campesinas hace muchos años en los andes cajamarquinos. Apoyó y formó los cuadros que gestarían la fundación de las Rondas Campesinas en Chota, Cutervo, Bambamarca y Celendín. Participó en los trabajos ronderiles. Todo su tiempo lo dedicaba a dichas tareas.

Víctor Andes es un tipo sencillo, de talante discreto que transmite serenidad. Ciertamente es tímido ante eventos sociales multitudinarios. Por ello, siempre ha sido escurridizo, clandestino. Razones no le faltaban. Siendo militante comunista desde su adolescencia, y luego dirigente partidario era uno más de los más buscados. Por aquellos tiempos se decía que era el segundo al mando, el llamado a suceder a Alberto Moreno en la escala dirigencial de Patria Roja. Escuchar su nombre inspiraba respeto. Entre los jóvenes comunistas de Patria Roja, su estela adquiría la efigie de leyenda.

Andes es un hombre de partido. Nada fácil en estos tiempos. Quienes han estado inmersos en política sabrán que simpatizar por una causa justa y popular es fácil, hay, incluso, aventureros y figurettis; pero militar en ella y para ella, es otro asunto. Es de tipos convencidos, disciplinados. Y él ha sido uno de ellos.

Desde muy joven se involucró en la actividad política. Le bastó el reconocimiento de las injusticias y la explotación para indignarse y ejercer su capacidad de liderazgo, organización y persuasión. No solo era una cuestión de rebeldía adolescente, sino una cuestión personal, puesto que desde niño había trabajado como obrero en una Lima siempre ancha y ajena.

 

“Llegué a saber del Partido en 4° de secundaria. Un profesor, muy amigo mío, nos conversaba sobre la necesidad de luchar por las causas justas del pueblo y de organizarse para conseguirlas. Recuerdo bien cierto día en que el profesor entró cabizbajo al aula, pidió cerrar los cuadernos y nos dijo que habían matado al Che Guevara. Yo quise saber más de él. En 5° año me convertí en militante de Patria Roja. Organicé una célula escolar de 8 integrantes. Yo tenía el cargo de responsable político, nuestra célula no tenía nombre. Mis primeras tareas consistían en repartir volantes y propaganda al interior del colegio. En aquel tiempo, los alumnos encabezamos una huelga y toma del colegio ante el despido arbitrario de unos profesores. Sus colegas complementaron la toma. Duró ocho días. Vivíamos en el colegio. Los padres de familia nos apoyaban desde fuera en la lucha. Los profesores nos daban de comer, se hacía olla común. Tuvieron que venir las autoridades de Cajamarca para resolver el problema; nos quisieron expulsar del colegio, pero, a las finales, nos apoyaron”.

En la década del 70, años convulsos, Víctor Andes asume la Secretaría Nacional de Asuntos Campesinos del recientemente refundado Partido Comunista del Perú - Patria Roja. Esta refundación partidaria fue una ardua tarea que tomó en sus manos un reducido núcleo de dirigentes, la mayoría de ellos jóvenes con poca experiencia. El Partido había decidido ir al campo a germinar la semilla de la revolución. Víctor Andes fue destacado a Cajamarca. Eran tiempos de intensidad política y ebullición social. En las ciudades, el dictador Morales Bermúdez aplastaba las protestas férreamente. En los andes cajamarquinos, se recreaba la tradicional organización comunal, a través de sus asambleas y la autodefensa de masas, genuinas expresiones de democracia directa del pueblo. Las rondas campesinas entran en la historia para nunca más irse.

Con el paso del tiempo, un Víctor Andes ya cuajado en el quehacer político partidario, recorrió otras regiones del país. Militancia, estudio, disciplina y ejemplo eran las consignas de su actuar ante sus correligionarios. En cada lugar se reconocía su temple y fortaleza moral, y es que “siempre esperaba que otros compañeros cultivaran la parte moral... él compilaba las enseñanzas de los clásicos del marxismo cuando el Partido editaba el boletín “La Moral Revolucionaria”: qué es la moral, cómo debe actuar un militante en su vida pública, entre otros”. Ante las vicisitudes del combate político, su presencia generaba entusiasmo y renovaba los ímpetus.

“Él ha visitado toda la parte sur del país, por eso, cuando hay reuniones la gente siempre me pregunta por él. La vez pasada fuimos a un evento del Partido en Arequipa, todo mundo lo saludaba, le estrechaban la mano, lo abrazaban. También es así en la selva y el centro. Lo conocen en todo el país ya que se dedicaba al movimiento campesino. Andes le ha dedicado su vida al Partido. Ha militado desde su adolescencia, toda una vida. Solo su enfermedad de 2008 lo ha detenido”, recuerda su compañera Luisa Espino.

Los hombres que luchan toda su vida son indispensables, señala una máxima. Es la verdad. Sobre todo, en estos tiempos en que la política está tan venida a menos. Rescatar y reconocer estas historias son una prioridad para las nuevas generaciones, pues éstas deben saber que entre nosotros también ha habido hombres heroicos que han dado lo mejor de sí para contar con otro mundo más humano, más hermano y más habitable.

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