GRATA VISITA DEL TÍO FREJOLITO
Jorge Adolfo Ramírez Quiroz*
Conocí al Dr. Alfonso Barrantes Lingán, en un almuerzo de confraternidad que tuvimos los sanmiguelinos residentes en la ciudad de Chiclayo, allá por el lejano 1984. El carismático político había llegado a la Capital de la Amistad en visita protocolar cuando era alcalde de Lima, y mi hermano Wilson Gustavo Ramírez Quiroz, (Pupo) era su edecán.
Era un día cualquiera de mediados de diciembre del año 1988, y en aquella ocasión teníamos un recreo de comida chiclayana con mi suegro, en esta hermosa ciudad.
Puedo recordar con mucha claridad que ese instante era minutos ante de las diez de la mañana, y nos disponíamos a abrir las puertas del negocio. Cuando de pronto - ¡Oh sorpresa! Veo bajar de un wolsvagen al Dr. Alfonso Barrantes Lingán, al tío Arístides Barrantes y a la tía Olga Arias. Después del recibimiento y los saludos formales los invité a tomar asiento en una mesa familiar y especial del negocio.
Es allí entre abundante salud y buena comida criolla, que empezó una conversación amena y familiar entre los integrantes de aquella mesa, en ese bonito recreo chiclayano.
- Sobrino Jorge - dijo el tío Frejolito - ¡Por favor, no abras tu negocio todavía!
– Quiero comer tranquilo un buen ceviche contigo. - Además - prosiguió manifestando - he tenido muchos deseos de conocerte.
- Gracias tío Alfonsito - contesté - Yo también he tenido muchos deseos de conocerlo.
-Tío Alfonsito - dije más en confianza. Nos comeremos un cevichito. El gran político sanmiguelino aceptó con agrado. Precisamente ese día había conseguido en el mercado de esta ciudad cuatro lenguados muy frescos. Ordené a uno de los meseros del restaurant que mientras preparen el ceviche nos atendiera con cuatro cervezas para brindar con notable líder y referente de la política peruana.
- ¡Sobrino Jorge! -Dijo tío Alfonsito. Mientras saboreábamos el ceviche.
- En muchos lugares he comido ceviche, pero créeme sobrino que como este ceviche nunca.
- ¿Qué pescado es? – Preguntó. Como tomar el primer vaso de cerveza con mucha sed. Se le notaba ese instante que estaba disfrutando de un momento familiar y con mucho agrado.
- Es lenguado tío Alfonsito – contesté. Mientras el Dr. Barrantes Lingán restregaba con ímpetu el ají, a su plato de ceviche.
- El ceviche es con ají sobrino Jorge – manifestó. Como tomar un buen vaso de cerveza.
–Tío Alfonsito - dije nuevamente. Nos comeremos un sudadito de pescado.
- Con gusto sobrino – contestó alegre. Mientras el mesero estaba invitando cuatro cervezas más.
- ¡Sobrino Jorge! – Me hizo una confesión. ¿Sabes una cosa? - Cuando fui alcalde de Lima, lo primero que hice al llegar al Palacio Municipal fue averiguar en que unidad estaba trabajando Pupo, (Wilson) en él había pensado desde antes para que sea mi Edecán. - Finalizó con el rostro color púrpura y mirándome fijamente a los ojos.
Hasta ese momento habíamos brindado varias veces, y con unas copitas demás, la charla se hizo más amena.
- Sobrino Jorge - dijo nuevamente. Con Gustavo, tu padre, hemos estudiado de niños, yo mucho lo sentí cuando falleció porque lo estimaba bastante. Entonces la charla se tornó melancólica, también mencionó al tío Lolo que recién había fallecido, y preguntó por mis tías, las hijas de mi abuelo Lorenzo Quiroz.
Yo, me había quedado ensimismado contemplándolo, y pensaba en cuan humilde era. Tenía la honestidad, decencia y honradez, inherente a su grandeza de buen Sanmiguelino, y escuela para cualquier remedo de político actual. El Dr. Alfonso Barrantes Lingán era un señor de la política, y lo tenía frente a mí ese instante. Me pasó por la cabeza conversar de política. Pero, después desistí pensando que tal vez podía desaprovechar esta oportunidad de conversar de otros temas, como el familiar y de nuestro querido San Miguel. Mi hermano Wilson (Pupo) me comentaba de varias anécdotas. Cuando iban a almorzar, todos se sentaban en la misma mesa, edecán, sus seguridades y chofer, esa unidad que existía entre ellos, decía mucho de la gran calidad humana que tenía.
Estábamos bastante movidos por las cervezas que habíamos bebido, y la mañana pasaba de manera inexorable, ya era medio día y habíamos comido el sudado.
- ¡Sobrino Jorge me voy! – Dijo con ligera prisa.
-Tío Alfonsito – Le contesté. Ya están sirviendo el almuerzo.
- Sobrino Jorge - me contestó Abreviado y con ligero humor fino. Me voy porque me deja el avión. El avión salía de Chiclayo hacia Lima aproximadamente al medio día y estábamos sobre la hora.
- Pero, te prometo una cosa - dijo finalmente con ese buen humor que lo caracterizaba – Si me deja el avión, regreso para almorzar y tomarnos dos cervezas más. Nos despedimos con un fuerte abrazo, tal vez presagiando que esa sería la última vez que nos veríamos.
*ESCRITOR SANMIGUELINO
Cel. 980039288
Telf. 074237338.
Correo. jorgearamirezquiroz@hotmail.com
Chiclayo- Perú.
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