COMENTARIO EN TORNO DEL LIBRO
EL HOMBRE DE RUPAK TANTA
De: Melacio
Castro Mendoza
Por: Jacinto Luis Cerna Cabrera
Profesor de
Lengua y Literatura
A la lectura atenta de El hombre de Rupak Tanta, cuyo
nombre incluye dos vocablos quechuas: rupaq “que quema, quemante,
que es abrasador” y tanta “pan”; o sea “pan quemante” ‒no sé si
el autor, Melacio Castro Mendoza, habrá pensado en este contenido semántico,
o nos hará la correspondiente enmienda‒
se puede advertir, una evidente y categórica esperanza del autor y, con él, de
vastos sectores del Perú, Alemania y el resto del mundo de alcanzar “…nuestra
Nueva Rupak Tanta (…) Las personas que junto a ti deseen habitar Nueva Rupak
Tanta deben arrancar de sus corazones toda concepción de propiedad privada. En
mi república, como de manera original lo fue lo que devino en reinos, estados y
repúblicas alumbradas por la luz del Sol, los metales deben servir solo de
adorno a la humanidad. ¡Si es cierto que para la nueva humanidad existirá la
propiedad personal, esta jamás volverá a engendrar, como en las repúblicas del
Sol, ninguna propiedad privada!”sic
Particularmente, pienso que acá reside toda la trama de El
hombre de Rupak Tanta, es decir, el paso de la sociedad capitalista
actual, o neoliberal como se ha venido en llamar, hacia una sociedad
igualitaria, socialista primero y comunista después, en la cual prime la
justicia, el respeto a las personas y a la naturaleza, la armonía, el trato
horizontal entre todos los hombres y el mundo que nos rodea y, por este hecho,
la existencia de la paz universal. Esta es la propuesta que hace en esta novela
el escritor Melacio Castro Mendoza. Y este planteamiento muy coherente con el de
César Vallejo, cuando en el capítulo Concurrencia capitalista y emulación
socialista de su obra Contra el
secreto profesional, dice:
“¡Quién vuela
más lejos! ¡Quién da mejores puñetazos! ¡Quién nada más! ¡Quién bate el record
de velocidad, de duración, de altura, de peso, de resistencia, de
intensidad! ¡Quién hace más dinero! ¡Quién danza más! Record de ayuno,
de canto, de risa, de matrimonios, de divorcios, de asesinatos, etc.
Este es el criterio capitalista de
todo progreso. El espíritu de "match" y de "record" nos
viene del taylorismo, por el deporte, y, lógicamente, ofrece los mismos vicios
y contradicciones del sistema capitalista de la concurrencia en general. Ya
nadie hace nada sin mirar al rival. El hombre se mueve por cotejo con el
hombre. Es una justa, no ya de fuerzas que se oponen francamente, que sería más
noble y humano, sino de fuerzas que se comparan y rivalizan, que es necio,
artificioso y antivital. El hombre no puede ya avanzar por su propia cuenta y
mirando de frente, como lo quiere el orden paralelo y multitudinario de las
cosas, sino que vive y se desenvuelve teniendo en cuenta el avance y la vida de
su vecino, es decir, mirando individualmente el horizonte.
Muerto el capitalismo e instaurado
el socialismo, el hombre cesará de vivir comparándose con los otros, para
vencerlos. El hombre vivirá entonces, solidarizándose y, a lo sumo,
refiriéndose emulativa y concéntricamente a los demás. No buscará batir ningún
record. Buscará el triunfo libre y universal de la vida.
Al régimen de la concurrencia
capitalista, sucederá el régimen de la emulación socialista.”
El hombre de Rupak Tanta consta de siete etapas, cada una de ellas se encuentra armoniosamente
conectadas con su antecedente y con su consecuente. En la primera etapa, cuando
se le pregunta al protagonista su lugar de procedencia, manifiesta que es de
Rupak Tanta, y frente a la repregunta de dónde se ubica, informa que en este
lugar coinciden los Tres Mundos: el de Arriba, el de Aquí y el de Abajo. En
Rupak Tanta ‒continúa diciendo‒ pese a sus entornos malignos, conviven la
cadencia del mundo del Mundo de Arriba, la oscuridad destinada a ser luz del
Mudo de Abajo y la complejidad del Mundo de Aquí. De esta manera explicó el
desconocido y siguió mascando su pan. Esta concepción también es coherente con
la que poseían los Incas, cuando concebían el Anaq Pacha (Mundo de
Arriba, Cielo), el Kay Pacha (Mundo de Aquí, Tierra) y el Uku Pacha
(Mundo de Adentro, Bajo la Tierra). Es muy oportuno destacar el aprecio que el
autor tiene por nuestra lengua ancestral, el quechua; pues, encontramos a lo
largo de la obra reiteradas ocasiones de algunos vocablos y giros quechuas; lo
que demuestra el amor que el autor siente por nuestra civilización
tawantinsuyana.
El hombre de Rupak Tanta no es alto ni bajo, de nariz aguileña
y de aspecto indígena sudamericano, de piel acanelada, cabellera negrísima,
larga y espesa y una barba rala también negra; domina, libre de todo acento, el
idioma alemán. Así que podemos colegir de quien se trata este extraño
personaje, protagonista de la presente obra. Surge inmediatamente un personaje
con el nombre de Pureq Kañiwa ‒deviene de puriq “el que camina,
caminante” y kañiwa “fruto andino de alto poder nutritivo, pero de
escaso consumo‒”, con quien empieza el protagonista sus diálogos, sus
vicisitudes y muchos eventos que van a experimentar en cada una de las etapas
de las que consta esta historia. La obra, más que una novela, da muestras
palmarias de ser un trabajo testimonial. Bueno esa es mi primera apreciación.
Es asombrosa la manera cómo una realidad innegablemente peruana ha sido
injertada, con un arte en que se funde la magia y la realidad en una ciudad
alemana como Essen, es decir, al muchas veces citado Jardín Municipal de Essen,
bellamente adornado por un lago, habitado por patos, gallaretas y peces; lo que
armoniza con su vegetación. Arces, tilos, sauces, hayas, un kinkgo biloba,
geranios, rosas, cipreses y un verdísimo gras que aloja a una fauna elemental
constituida por tordos, palomas, cornejas, pirinchos, ratones, topos, conejos y
alguna que otra saltarina ardilla, orgullo del protagonista y de Pureq
Kawiña.
El protagonista nos empieza a hablar de su encierro, por confusión, en
una celda oscura de la ciudad de Primavera, a raíz del estallido de una bomba
en el puesto policial de Anka, donde hubo dos policías muertos, cinco
heridos y una docena de dañados mentales. Nos refiere todas las vicisitudes
(agresiones verbales, torturas y demás vejaciones) que tuvo que afrontar en
aquella mazmorra. El mismo manifiesta: “Me durmieron a golpes. A lo largo de
tres meses, una vez por semana fui objeto de su puntual y rara diversión. En
una de sus sesiones me sumieron en un intenso y largo sueño.” Precisamente, en
este lapso es cuando vio, por primera vez, las partes externas de Nueva Rupak
Tanta. Este territorio que está destinado a convertirse en el reino de la
justicia, del bienestar y de la paz.
El narrador en primera persona de El hombre de Rupak Tanto posee
una cuantiosa biblioteca que consta de unos 7 777 volúmenes. Y Pureq Kañiwa,
que lo ha visitado, le ha puesto el ojo a uno de ellos en particular, El
Capital. Este es el libro de cabecera del protagonista. Esta obra de Karl Marx
es el fundamento del nuevo modo de producción que se nos avecina: el
Socialismo, o el Comunismo. De allí el nombre de Nueva Rupak Tanta. Este modo
de producción revolucionario respecto del actual sistema imperante: el
Capitalismo, en el que dominan y se enriquecen los poderosos y no quisieran que
llegase el Comunismo. Y lo más grave es que tienen sus más fuertes aliados en
la religión y la fuerza armada. En cierta ocasión, el protagonista estaba
leyendo un libro en los precisos momentos en que entraba un policía con el arma
en la mano, con la cual le apuntó en la sien. Al punto le dijo:
‒¡Te pesqué, ja, ja, ja, con las manos en la masa! ¡El Capital es un
libro criminal! -lo acusó son dejar de presionar el arma contra su sien y
empezaron las torturas.
Una vez que se escapó de la muerte se vio al frente de un sacerdote, otro
enemigo terrible. Aunque asustado, permaneció en silencio y con mucho respeto.
Escuchó que el sacerdote le empezó a preguntar:
‒Si antes de ser copiloto de barco fuiste un campesino, dime, hijo,
¿pecaste con una yegua?
‒Sí, padre. Y pequé, de igual manera, con una perra en celo.
‒¿Visitaste algún circo?
‒Sí, padre.
‒¿Qué animales viste en él?
‒Entre otros, una gorila muy hermosa.
‒¿Le hiciste el amor?
‒Sí, padre.
‒¿Con qué animal más pecaste?
‒Con una gallina, padre.
……. continúa.
En la misma entrevista con el sacerdote, este recibió la noticia del
policía que lo había pescado leyendo El Capital, de Karl Marx. Por lo que el sacerdote
se expresó así:
‒¡Puf! Si leíste el libro de un comunista, cometiste, hijo, un pecado
mayor que romperle el culo a una gallina. ¡El comunismo es la negación de Dios
y de la propiedad privada! ‒estalló fuera de sí el eclesiástico.
Evidentemente, hay en el transcurso del texto otros episodios no menos
aberrantes, propios de una sociedad en el que impera un sistema decadente.
La presente obra, al mismo estilo de la novela Tungsteno, de
César Vallejo, nos ofrece un nuevo sistema político para nuestra patria; esta
que, en opinión del autor de Rupak Tanta no debe tener límites políticos
y banderas patrioteras, sino que apuesta por la presencia de una sola patria
grande, tal como soñó el libertador de cinco repúblicas, Simón Bolívar. Al respecto, en
la pág. 144 dice:
“Mi Nueva Rupak Tanta tiene valles, ríos y montañas. En las rocas de
la cima de una montaña tanto como en la parte más alta del techo de su palacio,
una frase cincelada en letras grandes por el viento reza: ¡BIENVENIDAS LAS PERSONAS QUE RENUNCIEN A LA PROPIEDAD PRIVADA, MADRE
DE PRÁCTICAS E IDEOLOGÍAS USURERAS, MILITARISTAS Y ECLESIÁSTICAS! ¡SI HAS DE
VIVIR, QUE SEA POR LA JUSTICIA, POR LA LIBERTAD, POR EL AMOR Y POR LA PAZ! Me identifico, señor Mendoza Novoa, con tan bella
declaración escrita, ¡lo único que ahora y para siempre reclamo cosa mía!”
En la pág. 176, a los efectos de poder determinar quién es realmente
aquel hombre tan extraño que narra en primera persona, se presenta el siguiente
diálogo:
‒Me gusta y asumo tu filosofía ‒confesé.
‒¡Cuando ella me lleve de una vez por todas al Mundo de Abajo, me
gustaría tenerte a mi lado! ‒exclamó.
‒¿Eres de Perú? ‒pregunté sin pensarlo.
‒Soy, señor ‒volvió a tratarme de usted‒ de Rupak Tanta, el
lugar en que se juntan todos los colores y todos los perfumes. Allí vi darse la
mano, en perfecta armonía, al Mundo de Arriba, a la oscuridad del Mundo de
Abajo, el cual algún día será solo luminosidad, y en todo lo bueno del Mundo de
Aquí. Hace tiempo, las fuerzas del mal que lo rodean me apresaron y me echaron
de su suelo. ¡Qué importa si fuera por un solo segundo, admito que me gustaría
volver a mojarme en su razón y en su corazón! El poeta César Miró ya lo pensó y
escribió: “Todos vuelven a la tierra en que nacieron / al embrujo incomparable
de su sol.
‒¿Conoce usted tan dulce canción?
‒La tengo entre mis CDs ‒declaré.
Después de tantos diálogos que se presentan a lo, largo de la obra,
después de tantos episodios, innegablemente, testimoniales, aún me queda la
tremenda duda respecto de quién es ese personaje que narra en primera persona y
quién el concurridísimo Pureq Kañiwa. De ambos dos, ¿cuál es
protagonista? Este fenómeno torna a la obra, a veces, un tanto abstrusa, tal
vez desconcertante; pero ya sé cómo dilucidar. He llegado a la conclusión que
ambos personajes constituyen uno solo, pero de carácter dual, muy semejante a
los protagonistas de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, donde Don
Quijote y Sancho Panza constituyen un personaje dual. Así, el narrador en primera
persona no puede existir son Pureq Kañiwa, y este, a su vez, no sería nada sin
aquel. Todo queda confirmado con los siguientes versos finales de la obra:
(…)
“¿Es un ser vivo
que se divide en sí en dos mitades?
¿Son en sí dos seres que se funden
de tal manera que no se ve más que uno?
Respondiendo a tales cuestiones
encontré un gran placer.
¿No sientes que en mis canciones
soy uno y doble en mí mismo?
*** ***
Cajamarca, 19 de julio de 2019.
Las tres primeras fotografìa corresponden a presentaciòn del libro en Jaèn.
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