GEOGRAFÍA ÍNTIMA DE LA POESÍA DE
DEMETRIO QUIROZ - MALCA
Poeta mayor sanmiguelino DEMETRIO QUIROZ-MALCA
Nuestro reconocido escritor, catedrático y paisano
Miguel Arribasplata Cabanillas, natural de San Pablo, ofreció brillante
conferencia titulada: “Demetrio
Quiroz-Malca, Poeta del Siglo de Oro de la poética cajamarquina”, en el
marco del III Encuentro de Escritores y Artistas “Octavio Lingán Celis – César
Armando Romero Tejada”, celebrado en San Miguel, en julio pasado. He aquí la
transcripción de la misma que volvió a exponerlo en la 8ª Feria del Libro de
Nuevo Chimbote.
Miguel Arribasplata, exponiendo en San Miguel
La moral del poeta es verbal: es lealtad. Es
lealtad a la palabra. El poeta puede ser
libertino, allá él y su conciencia, lo que lo salva o condena, como poeta, es
su relación con el lenguaje. Es una relación que combina los sentimientos más
raros y los más comunes.
La característica de la poesía es que la inspiración se revela en ritmos verbales.
El espacio es un elemento de la literatura no
menos central que el tiempo. La literatura es un arte verbal y su forma de
presentación es la del lenguaje: la sucesión temporal. Pero la corriente verbal
termina por engendrar un espacio y ambos se funden. Por medios temporales
-palabras sucesivas- el poeta convoca espacios; a su vez esos espacios se ponen
en movimiento y, como si fuesen tiempo, transcurren.
La literatura es una transgresión, primer lugar,
del lenguaje. La poesía es ruptura del lenguaje o ruptura de la superficie del
lenguaje para penetrar en el interior del lenguaje.
La poesía fundamentalmente es ritmo, sonido y
sentido.
En la literatura, cuando una de las voces
suprime a las otras podemos decir que el escritor ha encontrado lo que se llama
estilo.
La gran poesía, la gran literatura es aquella
que revela al hombre no como una afirmación, como una unidad, como un bloque,
sino como una quiebra, una hendidura. Al hombre en polémica consigo mismo. El
hombre como una revelación de su propia nadería.
El escritor
debe vivir no solamente un
diálogo con los otros -su público, su
estilo, la fama, la eternidad- sino consigo mismo. Los grandes escritores son
aquellos que preservan su pluralidad, el diálogo entre el yo y los otros yoes.
Suprimir es mutilarse. La página está viva si en ella aparecen las voces suprimidas.
Es horrible que un escritor pretenda tener razón
no solamente frente al mundo sino frente a su otro yo.
Estas ideas del premio Nobel mexicano Octavio
Paz, bien se pueden aplicar a la poesía y la actitud de Demetrio Quiroz –
Malca, rara vez que en el tiempo del movimiento indigenista y su auge, cuando
la sierra peruana, sus vicisitudes, expoliaciones, despojos y rebeldías eran
temas centrales de la literatura peruana, transitó creativamente por otros
caminos, incorporándose a la Generación del 50 con toda la sapiencia y dominio
del estilo del arte gongorino de los creadores españoles del Siglo de Oro
español.
El poeta sanmiguelino se incorpora a la
literatura peruana con madurez, con dominio artístico, con sobriedad para
decantar la condición humana:
¡Cóbrame, flor, la savia de
tu busto,
bebiendo todo lo que robo
al viento!
La existencia es frágil, el pago a la vida es un
suspiro. Tocar, sentir el rostro, es tocar la sombra, lo no corpóreo; se torna
inasible en una nota de ecos en vuelo.
Y el fin, supremo renacer
del coro
en fuente de armonía, que
no atino
a ver: ¡Cuán lejos ha
quedado el oro!
Todo el vivir es leve, cósmico - frágil; viento,
sombra, espuma, escarcha, luz, mariposa, huella, espuma, rastrojo, rosa, la
propia voz, el suspiro, la brisa, solo la sangre expresa el latido de vivir:
y
fuiste, por la huella que aun expira,
quien
diste perla y tinta a mi contento;
la
sangre, porque es sangre, es vida, mente,
en
yemas germinadas del espino
y
brisa que me ciñe suavemente
¡Oh
sombra de la cruz!, cual viva fuente
señales
con tus ojos mi destino.
No hay goce duradero, transita el anhelo en las hebras
de este canto postrimero! Es un sueño el esperar, una vigilia, una espera
desasida de lo corporal, que hay que dejar sólo a los astros tal empeño. Es una
espera sin valor, ya acabado, pobre empeño: espero con mis ojos degollados.
Yo cruzo leve viento y los
espinos
dolientes
degollados en rastrojos
Es un vagar en los caminos,
en los campos desolados.
Lo primitivo es original,
frágil:
hollando
paisaje de voz nativa
con
lluvia vertida de mariposa
Solo
lo divino registra el orden:
¡Cantar!,
que sin los mármoles divinos
la
noche es desbocada y de maldad
y
el sueño ya no de astros diamantinos.
Con todo, la deidad es interrogada por esta
plegaria de vértigo existencial.
¿acaso la esperanza del dormido
sueño,
en espera habrá de terminar?
Entonces,
¿dónde está el Dios alabado?
(Mármoles
y vuelos)
La esperanza se diluye, como el propio sueño.
Jorge
Luis Borges dice que en la poesía los versos son felices porque son ambiguos.
Siendo el español un idioma sonoro, una lengua que en poetas como Federico
García Lorca, o en Pablo Neruda, en los predios del amor, se expresa
estéticamente a flor de piel, sensitiva; hay poetas que prefieren expresarse
con hermetismo, con cierta oscuridad, para que recordemos alguna parcela o el
todo del olvido. En estos espacios del silencio, en estos estíos de la voz, se
ubica Demetrio Quiroz - Malca, con su
suprema geografía íntima, con su aroma
poético, con esa sutil melancolía, aromada de paisajes subjetivos y de
esenciales recuerdos, con primerísima ternura elemental:
En
tu pequeña cesta deposito mi angustioso
sueño
de colores,
oh
niña, mi corazón bajo el agua
es
tu propio corazón entre dos astros.
Reina
de las azucenas altivas, lago
en
cuyas pestañas la luna es un pájaro tan sólo
una
hoja de parra para tu cuerpo de uva.
Qué dominio limpio y ligero de la palabra que se
equipara con lo pasajero, con lo puro.
Oh amor:
Heme tan sólo una orilla,
un instante
donde el sueño es un beso
casto como el deseo o la muerte
Y el anhelo, el presto amor, arde jubiloso en la
palabra desbastada con arte mayor:
ah, tus muslos, mi niña,
creando el amor como una espada de luz
en la noche
Delicado erotismo que el
viajero evoca con mucho tributo:
En tus auroras serenas, niña, como luciérnaga
herida, danza mi corazón peregrino.
Distante
amor de viajero en la comarca del recuerdo,
que hiere y a su vez es agradable:
¡Cómo duele tu nombre
y, sin
embargo,
cuán dulce
y qué lejano!
En esa inmemoria florece el vacío, lo pretérito,
lo inmaterial:
En la siempre lejana zona del
olvido
Dios descansa y nos ausculta
Ay
olvido, cráter de silencios,
En ti, corazón sin destino,
la muerte es aún desconocida.
Ni en la subterránea nostalgia se realiza el
ser:
En la siempre lejana zona del olvido
he de acabar, cual muñeco apagado
del amor.
El tiempo se evapora, el destino ya está fijado
para el silencio y el olvido; la propia voz no tendrá eco, existencia, el
silencio es un naufragio:
Ya
mañana habrá envejecido
la palabra sencilla,
el pan de los días
el
polvo divino del estante
la
moneda del hombre,
mi pequeña esperanza,
mi luminosa caída.
No obstante, el olvido es propicio al Yo poético
que se invoca:
“La verdad es que el desierto olvidado
llámame y díceme ferviente: “Demetrio,
tú arena de mi luminoso ombligo,
que
has callado mi nombre y sus espinas,
tú, sí, tú,
canto solitario, recobrado álamo
encendido,
siembra tu esperanza, tus olivos”.
(Jardín de Invierno)
La poesía de don Demetrio Quiroz-Malca borda su
elegía para la fauna, para dialogar con los animales, con el campo y sus
hombres, para enternecerse con el precoz instante de la vida cegada por el
hombre.
Herido y puro
bajo cielos plateados y altivos,
un
joven ciervo siembra su flor
en
el mundo
…
sin lamento,
en
la estatua de la vida
La
mariposa brinda solaz, sin embargo su existir no es un vuelo duradero,
es leve, frágil:
tú
naciste sencilla
como
esta mi palabra de amor;
tú
naciste pura,
en
plena aurora,
y
encendiste el mundo
de
canción;
Mas
ahora tus alas
¡tan
quietas!
tu
cuerpo ¡tan cuerpo nevado!,
tus
ojos; ¡tan ojos
sin
lumbre!
La muerte es una constante, una marca en la
poesía de Quiroz –Malca; en la flor de la vida se siega el existir:
¿Bravo?
Sencillamente toro,
astas haladas de muerte
hacia el cielo.
¡Murió de sombra!
-cuerno desierto –
clavado
sobre el
mundo!
La Soberana se nutre de todo, llega con espada y
sin sombrero, hasta Natura y su cosecha:
-¡Oh,
sólo un momento vibra
el
arpa de la vida,
sólo
un momento cubre el polvo
a la semilla,
y solamente un instante
y, ya gavilla, cáele el casco
de la trilla!
(Así decía el campesino
recogiendo sus rosas del camino).
Y la muerte más tarde
se alejaba
con espada
y yerta voz ya sin arcilla.
Queda un consuelo por la muerte del ser querido,
de Lucas, el perrito de la infancia; ternura y solidaridad se emparentan:
pequeñita, tu humildad
…
Nadie te dijo que los caminos
se apagan como los sueños;
…
nadie, que
tú y yo somos idénticos
en el polvo.
La muerte iguala a los seres de toda especie.
“La Voz Elemental”.
Ese pesar no astroso, no temperamental,
evoluciona a la celebración de la vida en la poesía del vate sanmiguelino:
Llevo al mundo
en cada paso
Vivo el mundo
en todo beso
Dejo el mundo
paso a paso
Más el mundo
es mi embeleso
Y es poeta con plenitud de vida, extasiado,
asombrado, aceptando su destino:
que
así fue de como con el mundo, pleno de
mundo,
plenísimo
de mundo desperté al sueño en colosal ¡Oh!...
Insólito
y oceánico; Oh!…
…
tejiendo
alegrías y pañuelos al Amor
(que
crea y se recrea heliotropo a la luz
del
corazón)
caía
la vida poeta y peregrino.
“Llevo el mundo en cada paso”
No hay impedimento para estar alegre, por eso:
Se
brinda flor y relámpago por la eternidad
del
hombre.
Alta subjetividad feliz, apropiación y no solo estar en el mundo:
Y todo, porque el mundo es
mío, muy mío
como
lo son los alegres paraísos que mi pensamiento
crea
a
su imagen y semejanza;
Íntima confesión que incorpora al colectivo en su alegría:
por ser el beso de la
humanidad que se forja
al
calor de la razón y el sentimiento;
Con
todo, si la vida, mujer idolatrada, metáfora
dulce,
conduce al mañana, también es
La
muerte, yedra implacable, repentino
alud,
latido enervante que crucifica
el
sueño, la palabra…
Esta es la condición humana cuando solo el fuerte se impone:
El hombre, el pobre hombre
que brotó
del
polvo o de la Nada
ciega
Voz, hecho a la imagen y semejanza
¿del
olvido?;
Abel y Caín en la
encrucijada, al filo
de
la navaja
y
la incertidumbre,
de
las que salen únicamente victoriosos
los
que esgrimen venablos
de
poder
(dicen las Historias y lo
confirma
el
Viento)
El Mal se entroniza en el mundo, la sentencia inexorable se repite:
“Con el sudor de tu rostro
comerás
pan…”, hasta la consumación
del
hartazgo.
Y así es, así será porque
el hartazgo
tiene
colmillos radioactivos y electrónicas
lancetas
hoy, para la definitiva
coronación
del odio
y
del poder
Hiroshima,
Nagasaki, Vietman, las Malvinas son lo que es
siempre
Caín, sembrando llagas y cenizas
en
el corazón humano,
No
hay que asombrarse, pues, porque
el
pan de cada día
no se cuece para todos;
Sin embrago, la vida se
yergue desde la edad de la inocencia, la infancia celebrada en el terruño
familiar:
Cuánta luz debí beber
de sus castas fuentes, allá en mi
pueblo
donde
mi madre se vestía
de
rubias mañanitas para tejer
-
con el candor de su inocencia
y
adorable sencillez –
el mantel largo para la
Fiesta Grande
o
para el Pan del Pobre.
Cuánta luz debió colmar el
Cielo
y
las alegres farolas del amado mundo
que
tengo en mi corazón:
San Miguel de Pallaques,
donde
aprendí
a escribir amor en la Cantora…,
al tiempo que el destino
empezaba
a
arrancar, uno a uno, los pétalos
del
entonces girasol que fui
Cuánta luz, evidentemente
debió
encandilar
los despreocupados
y
hasta inconsciente días de mi infancia,
en donde sí fulguran, perdurables
y
grandiosos:
Mi
madre
Mi
pueblo
Mi
primer AMOR:
“Dejo
el mundo paso
paso
a paso”
“Del mundo en que vivimos”
El poeta y su madre.
Dejemos, pues, constancia de esta gran poesía;
florecida en la experiencia cósmica de las grandes lecturas del Siglo de Oro
español; desbastada en la casta nostalgia; burilada en el imperio de la levedad
del ser; contemplada en las sutilezas del mundo; subjetivada en la íntima
geografía lírica de don Demetrio Quiroz – Malca, hoy y mañana honrado por
Natura y por el paisaje humano de sus coterráneos.
Poeta Demetrio Quiroz-Malca, óleo de uno de sus nietos.
OTRAS APROXIMACIONES A LA
POESÍA DE QUIROZ- MALCA
Uno de los más valiosos poetas peruanos de
abundante obra y, a la vez, el más olvidado de los poetas peruanos de la denominada
Generación del 50, es sin duda Demetrio Quiroz- Malca, notable autor de obras
como Mármoles y Vuelos, con el que
obtuviera el Premio de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, en 1945. El libro consta de 36 sonetos de corte clásico que por
su peculiaridad formal, llamó la atención del jurado y de los lectores. Luego,
en el año 1955, Quiroz-Malca mereció el Premio Nacional de Poesía, con lo que
se hubiera pensado, sería incorporado entre los mejores poetas del canon literario
peruano; sin embargo, esto no fue así, pues, pese a más de una docena de buenos
libros entre ellos, Tierra Partida,
Agonía del Amor, Estatuas de Mar, Ventana al Cielo, Poema del Ángel, Judas,
Parábolas, Oh Ternura, etc.
Los rasgos distintivos de su pensamiento y de su
arte poético están marcados por dos características visibles: por un lado la
inmovilidad del ser-ahí, aparentemente endurecida y fría, con fuertes marcas de
desamor, agonía y muerte, pero como sueño mudo y fervoroso que prepara el escenario
para que eclosione la otra característica, la dinámica, en donde funciona el
amor y la ternura dentro de espacios móviles, fluctuantes, capaces de unir la
vitalidad del paisaje natural con la eternidad del cielo; así una especie de
fuego no apagado estará esperando reavivar a la vida, a aquella que la palabra
inventa o construye.
La correspondencia entre los dos rasgos
distintivos de la poesía de Quiroz -Malca nos permite visualizar una postura
mística que tiene sus propias características. En efecto, esa inmovilidad y ese
éxtasis que en los místicos es la unión del alma con la divinidad a través de
la iluminación, en Quiroz-Malca es la consustanciación del ser humano como
espiritualidad con la vida en general, con el gozoso compromiso de existir y de
comprometerse con todo lo sensible. Todo ello, proviene de la fuerza
imperceptible pero casi devastadora que le imprime a la palabra en su
articulación con otra, además de su concepción del alma como centro del amor y
de ese estado de contemplación que surge de su percepción del mundo.
El poeta personifica a todos los hombres y
sufre, se agobia, con las urgencias de todos los días. Derrotas y triunfos como
un interminable puente entre la vida y la muerte. Expone también ideas como que
las ambiciones humanas pueden provocar la destrucción terrenal; y de otro lado,
la fe en la vida. Quiroz -Malca pone igual énfasis en lo real como en lo
onírico. Con versos muy rigurosos en lo formal que contrastan con algunos otros
donde la sencillez de la oralidad asoma con fuerza.
APROXIMACIÓN ANALÍTICA A
LOS POEMAS DE QUIROZ –MALCA
1er. POEMA
Rutilan primorosa
enredadera (pp 27)
Este es un soneto alejandrino donde se constata
de inmediato la presencia de una impronta de la poesía clásica española, así
como rasgos de la poesía de Antonio Machado. Versos endecasílabos con una rima
de la forma ABBA-ABBA-CDC-CDC, son los que componen la estructura formal del
poema. Es esta evidencia la que nos lleva a la consideración de que los
recursos formales de Quiroz- Malca, provienen pues de la poesía española del
Siglo de Oro, así como de los mejores poetas de la Generación del 900. Góngora
asoma en las composiciones de este poeta, así como esa tenue nostalgia con que
Machado configura cada uno de sus poemas.
En cuanto a los signos que articulan el texto,
en primer término está el enunciador o, simplemente, la primera presencia. Se
trata de un hablante en 1ra persona; es decir, de un yo poético que describe
con asombro y fina perturbación el entorno natural y cultural; palabras como
“lirio”, “jazmín” nos sitúan inmediatamente en un paisaje exuberante donde el
yo sufre una perturbación que le permite expresar sus expectativas. Más que una
tematización de algo concreto, lo que prima en este poema es la descripción de
un ambiente natural con extensiones que crean imágenes sutiles en la mente del
lector. Asimismo lo que hay tener en cuenta es que este poema tematiza más bien
el poder de la palabra que en su articulación con otras elabora imágenes
diversas, hasta de naturaleza onírica y mística, sobre la aparente exuberancia
paisajística ya mencionada.
2do. POEMA
Comarca tercera
Este poema se distingue del primero por su
evolución desde usos formales de evidente factura clásica hacia un uso del
verso libre. Sin embargo, el tema del paisaje parece ser el eslabón que lo une,
en cuanto a características, al primer poema, aun cuando la diferencia antes
señalada se haga visible. Con respecto
al primer poema, no varia el elemento del paisaje natural como la referencia
inmediata que permite la aparición de la necesidad de expresarla, de hacerla
visible pero con un lenguaje artístico que hace posible esa visualización en el
lector. Persisten también el juego de
las imágenes que aparecen como una extensión de los ámbitos paisajísticos.
Los temas recurrentes en este poema son la
muerte, la soledad, el olvido; temas universales que recorren también no sólo
la poesía clásica española sino la poesía de todos los tiempos y de todos los
ámbitos. En ese sentido habría que mencionar que estos temas están en autores
tan inmensos como Manrique, Villón, Calderón de la Barca e, incluso, en autores
tan contemporáneos como Borges.
El enunciador del poema es un yo lírico que
dialoga con Otro aludido como pareja, como una extensión de las angustias de
este Yo. La muerte aparece descrita
como la ligazón entre el Yo y el Otro, cómplice en la finitud corporal humana.
3er. POEMA
El monito organillero (del libro la Voz Elemental)
Los signos visibles en este poema son:
El enunciador, hablante lírico en 3ª. persona.
El enunciatario, el monito organillero.
Es un poema que se constituye a partir de
descripciones humanizadas y humanizantes del supuesto animal “monito
organillero”; por eso mismo es que no aparece con nitidez un objeto que se
constituiría en una fuerza sublime tras el que se moviliza un S1.
El monito organillero es, pues, el eje semántico
de este poema lúdico, pero no exento de significados trascendentes en cuanto a
la descripción metafórica de la vida humana; pues todo se articula en la
comparación sutil, juguetona y festiva, entre el monito organillero y el ser
humano. Para lo cual, el poeta escinde al hombre en lo que realmente aparece dentro del orden
simbólico clasista; es decir, en unos hombres que detentan el poder o los
poderes hegemónicos que los hacen hegemónicos, otros emergente y los demás
meramente residuales. Una vez segmentada así la concreta realidad de la
condición humana, el enunciador pasa a comparar estrictamente al monito
organillero con el ser humano perteneciente a la condición de sirviente de la
hegemonía aunque él no se dé cuenta; es decir, un auténtico monito organillero
que actúa por manipulación y azuzamiento. El enunciador toma distancia de ese
tipo de hombre pero tapoco se identifica con el poderoso; solo se solaza con
testimoniar la condición de monito en que se encuentran la mayoría de los
humanos hombres que no son capaces de identificar los mecanismo con que es
posible que se encuentren en esa condición. La pobreza, por extensión una
sociedad humana saturada de pobreza, asoma en la descripción irónica del poema.
4to. POEMA
10 (pp.
61)
El enunciador de este poema es un testigo de las
vicisitudes humanas. No segmenta al ser humano en grupos ni en clases, lo
adopta como una totalidad viviente, sufriente, gozante. El asombro, el amor, la alegría, las
penurias, “la atribulada vigilia”, “privilegiado huésped”, “iluso huésped” que
necesariamente tienen que ver con la especie humana, son los temas centrales de
este poema. No es el misticismo sino la reflexión en torno a la condición
humana como habitante de un mundo que se pierde en la infinitud y la eternidad
que caracterizan en suma al ser-en-tanto-ser. El poema opera como un
dispositivo ontológico aun cuando no logra la grandeza de los poemas de estas
características de los mejores poetas universales. Hay una implícita y secreta
confrontación ontológica de dos categorías trascendentales: el ser-ahí y el
ser-en tanto-ser. Repetimos, aun sin la grandeza de los mejores poetas
universales que tocan este tema, Quiroz- Malca no es indigno representante de
lo mejor de la poesía peruana que se refiere a este tema.
5to. POEMA
7 (pp.
103)
El tema fundamental de este poema es el amor que
genera el misterio del nacimiento y de la renovación permanente de la vida,
esencialmente humana. Este texto, por otro lado, está atravesado de misticismo.
Asoma la idea del Absoluto, más o menos, en la persona de un ser supremo,
todopoderoso; es decir Dios, al parecer, creador de todo lo posible y de lo
imposible. “la dulce vitoria del Supremo
Hálito”, “Gran Deliro” y, finalmente, “Amor”, se homologan en un ser
todopoderoso que no vendría a ser sino DIOS. El misticismo de Quiroz Malca,
entonces, deviene del misticismo español, de la poesía española del Siglo de
Oro.
El concepto del amor, se consustancia con la
idea de Dios; de tal suerte que en este poema palpita esa especie de precepto
cristiano que resume: “Dios es amor”. Pero como dice Badiou, el gran filósofo
francés, cuando se afirma lo anterior; es decir se homologa el concepto de amor
a la idea de Dios, lo que se está haciendo es una suerte de hurto de lo que le
pertenece enteramente al ser humano o, tal vez, a los animales sin distingos, a
un Absoluto creado por el mismo hombre. En otras palabras, el enunciado “Dios
es amor” no es sino un constructo humano al que se reviste de divino. De ahí
que el amor aparezca como una condición divina más que humana.
Escritor y crítico literario Miguel
Arribasplata Cabanillas
(*) Miguel
Arribasplata Cabanillas
(San Pablo – Cajamarca. 1951) Magister en Ciencias de la Educación, con mención
en Lengua y Literatura. En 1985 obtuvo el Primer Premio en el concurso de
cuento breve convocado por el diario La Crónica y en 1987 el Primer
premio en el concurso de cuento Francisco Izquierdo Ríos convocado por la
Asociación Nacional de Escritores y Artistas, ANEA. Destacado novelista,
entre sus obras tenemos: La niña de
nuestros ojos, Bajada de Reyes. Lima: Editorial San Marcos, Obdulia de los Alisos, Sacramento
Chanducas, Tendal (relatos), Tierra sin cosecha, Agosto
todo el año; entre otras.
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