La vida es para el pueblo y la revolución: una aproximación a la vida y obra de Víctor Andes, un hombre de partido (I)
Antropología y diversidad
Juan Antonio Alcántara Hernández es un nombre que puede sonarnos como otro cualquiera dentro de nuestro diverso bosque nominal peruano. Pero si pronunciamos Víctor Andes, la cosa cambia. Sobre todo, para aquellos hombres y mujeres del campo popular y de izquierda. Y es que el nombre Víctor Andes no hace referencia a un tipo cualquiera, fácil de olvidar. Él es un hombre de Partido, muy activo en las décadas de los 70, 80 y 90. Ha sido mentor de muchas personas abocadas a las causas populares a quienes formó y orientó su vocación política hacia las filas de la izquierda. Su trabajo partidario inició desde muy joven en las aulas escolares, luego en los claustros universitarios, se consolidó con las organizaciones campesinas ronderas y en los frentes políticos. Contribuyó a la formación de cuadros, consolidación institucional y expansión territorial de las Rondas Campesinas de Cajamarca; con su pluma delineó los preceptos morales y estatutarios de las rondas e insufló ardor en sus escritos ideológicos. Un hombre de su tiempo.
Orígenes y formación
La toma de un colegio no es un hecho que ocurra con frecuencia; menos aún que los ejecutores sean los propios estudiantes. En 1968, en la provincia cajamarquina de San Miguel, los estudiantes del 5to año de secundaria del colegio San Miguel ocuparon la institución, en protesta por el despido de tres profesores. Fue todo un suceso. A los estudiantes se les unieron docentes, padres de familia y el pueblo sanmiguelino. Testigos indican que la masa estudiantil demostró disciplina y aplomo en su accionar y que la lucha fue complementada con algunos números artísticos como la simbólica entonación -con sus respectivos arreglos- del pasillo
“Hombre de
corazón”:
Hombre soy cómo no, porque tengo
Que luchar, con orgullo defender esta mi tierra de San Miguel
Aunque soy muy pobrecito hasta el día de morir gritaré: ¡Viva mi tierra!
¡Qué sagrado es mi San Miguel!
Mi tierra linda yo te prometo que tus derechos defenderé
Tengo a mi madre, tengo a mi novia, tengo por quienes sacrificar
Si es por mi Vásquez y mi Jiménez toda mi sangre derramaré
El nombre al que respondía el líder de la protesta estudiantil es Juan Antonio Alcántara Hernández. Con el pasar de los años, será reconocido como el camarada Víctor Andes.
Juan A. Alcántara Hernández, en adelante Víctor Andes, nació el 20 de junio 1947, en el caserío Sunudén, distrito y provincia de San Miguel de Pallaques, departamento de Cajamarca. Proviene de una familia de origen campesino. Sus padres fueron don Aurelio Alcántara Cueva y doña Angélica Hernández Correa, ambos agricultores sin tierra, campesinos analfabetos, trabajadores de la hacienda Udima, en el distrito La Florida de la provincia de San Miguel. Víctor Andes es el cuarto de los diez hermanos que tuvo el matrimonio Alcántara-Hernández.
La primera escuela inicia en casa, refieren antropólogos y sociólogos. Es en el hogar donde el individuo bebe la cultura de su pueblo: lengua, valores, creencias, hábitos, costumbres, tradiciones, etc. Es aquí, en el núcleo familiar donde Víctor inicia su aproximación al mundo. De sus padres recibió una formación basada en principios como: amor por el trabajo honesto, solidaridad con la gente más necesitada, respeto por la familia, sus semejantes y la propiedad ajena.
Desde sus primeros años de vida, Víctor Andes desarrolló un vínculo muy íntimo con la naturaleza, el cual lo mantendría toda su vida. En el huerto familiar cultivaba con mucha diligencia frutos sabrosos como blanquillos, limas y manzanas. Y como todo infante, “gustaba tener sus propiedades específicas como el toro barroso (…) Con nuestro hermano Lázaro, su contemporáneo, vivían entre peleas, abrazos y alegrías; eran muy solidarios en el trabajo, en el juego” (entrevista 2, 2021).
Los padres de Víctor siempre se preocuparon por la educación de sus hijos y se esforzaron para que tuvieran educación primaria como mínimo. Estudió el primer y segundo grado de primaria en la Escuela Unidocente de su natal Sunudén (1959-1960). Tercero, cuarto y quinto grado de primaria[1] los cursó en la Escuela Prevocacional de Varones N° 73 de la ciudad de San Miguel, a la cual concurría cinco días a la semana, tras una hora de caminata (1961-1963). “Su profesor predilecto y muy respetado que era su modelo de maestro y de persona era Diego Chico” (entrevista 2, 2021).
Tras culminar la educación primaria, un Víctor de 16 años, viajó a la ciudad de Lima con la familia Ramírez (1963), quienes eran muy buenos amigos de sus padres. Ellos querían hacerlo estudiar en la capital, pues era “un niño muy estudioso y destacado”. Ya en Lima ingresó a la secundaria del Colegio Nacional “Pedro A. Labarthe”[2], ubicado en el populoso distrito de La Victoria (1964-1965).
Trabajaba de día y estudiaba de noche. En el día trabajaba como ayudante en la Joyería de la Familia Ramírez. Aprendió el oficio y en sus ratos libres confeccionaba joyas: “A su mamá le confeccionó y obsequió un par de aretes de oro muy bonitos en forma de una rosa; ella siempre los usaba orgullosa” (entrevista 3, 2021). En esta época, Víctor desarrolló su predilección por la lectura. Su hermano Arrufo Alcántara comenta: “recuerdo unas revistas que a su regreso nos trajo: ´El llanero Solitario´, un gran jinete como él cuando jineteaba el Caballo moro de la familia”.
Después de dos años de estancia en Lima, Víctor retorna a su pueblo y su familia. Los estudios se tienen que continuar, así que: para completar la secundaria, ingresó al Colegio Nacional Mixto “San Miguel”, provincia San Miguel. Allí (sus compañeros) le preguntan ¿dónde has estudiado?, a lo que él responde: en el Colegio Labarthe de Lima. Sus nuevos compañeros le motejaron desde entonces como “El Labarthe”. Apodo amical que perdura hasta hoy entre sus amigos de adolescencia y juventud (entrevista 2, 2021).
En 1968, con 21 años, finaliza sus estudios secundarios. Y como a todo muchacho egresado, se le apertura un abanico de posibilidades y dudas respecto a su futuro. Se decide continuar estudios superiores. Viaja a la ciudad de Trujillo. Alquila un cuarto ubicado en la fronteriza avenida Unión de la entonces pequeña ciudad liberteña. “Se preparó para la universidad, logrando ingresar en 1969 a la carrera profesional de Economía de la Universidad Nacional de Trujillo” (entrevista 3, 2021). Varios compañeros de su promoción del colegio San Miguel también postularon, pero él fue el único que ingresó a la universidad aquel año.
Inicios en la vida política
Desde muy joven Víctor Andes se involucró en la actividad política. Ejerció su capacidad de liderazgo, organización y persuasión en el Colegio Nacional Mixto “San Miguel”. No solo era un asunto típico de rebeldía juvenil, sino una decisión personal, motivado por el contexto social, educativo e institucional que lo cobijó. El abuso y la arbitrariedad desencadenó la indignación y la acción. En sus propias palabras:
Llegué a
saber del Partido en cuarto de secundaria. Un profesor, Manuel Vásquez Rebaza,
muy amigo mío, nos conversaba sobre la necesidad de luchar por las causas
justas del pueblo y de organizarse para conseguirlas. Recuerdo bien cierto día
en que el profesor entró cabizbajo al aula, pidió cerrar los cuadernos y nos
dijo que habían matado al Che Guevara[3]. Yo quise
saber más de él. En quinto año me convertí en militante de Patria Roja[4]. Organicé
una célula escolar de ocho integrantes. Yo tenía el cargo de responsable
político, nuestra célula no tenía nombre. Mis primeras tareas consistían en
repartir volantes y propaganda al interior del colegio. En aquel tiempo, los
alumnos encabezamos una huelga y toma del colegio ante el despido arbitrario de
unos profesores: Rosita Jiménez, Manuel Vásquez y Luis Aguilar. Sus colegas
complementaron la toma. Duró quince días. Vivíamos en el colegio. Los padres de
familia nos apoyaban desde fuera en la lucha. El pueblo nos daba de comer, se
hacía olla común. Tuvieron que venir las autoridades de Cajamarca para resolver
el problema; nos quisieron expulsar del colegio, pero a las finales nos
apoyaron.
En una foto del recuerdo (1968), se puede apreciar a un jovencísimo Víctor Andes ejerciendo el liderazgo conjunto de la protesta estudiantil. Junto a dos estudiantes más, está subido en la parte alta de una pileta de la plaza mayor de San Miguel. Viste el típico uniforme estudiantil de aquella época: camisa larga y pantalón caqui (estilo castrense), un cordón al hombro derecho, el cual indicaría autoridad estudiantil (brigadier), y en el brazo izquierdo una cinta roja (símbolo de lucha). A su alrededor se observa un aproximado de 300 personas entre estudiantes, profesores y pobladores de San Miguel que observan y escuchan el discurso de aquellos combativos muchachos.
El mismo Víctor, de puño y letra, escribe:
Mitin estudiantil en la plaza de Armas de San Miguel protestando por el cambio inoportuno del eximio Prof. Vásquez Rebaza.
Al respecto, su hermano Arrufo, testigo de aquella gesta estudiantil nos relata lo sucedido:
Estando en el colegio San Miguel, llegaron a la institución tres docentes con nuevas ideas progresistas que entusiasmaron a los jóvenes, pero por juegos de la política casera, las autoridades del colegio deciden resolver (concluir) los contratos de dichos docentes. Los estudiantes del 5to año liderados por él, encabezaron una protesta con toma de local, audiciones radiales, cuyo objetivo era “No permitir el cese de contratos de los docentes”. Este fue un acto inédito en la provincia, que llevó a que Andes sea reconocido por la población como líder, valiente y aguerrido; le tenían mucho respeto y admiración. Recuerdo que, en los actos colectivos de discusión en el evento, se destacaba por propalar discursos muy motivadores y convincentes, actitud que lo mantuvo y la practicó en ceremonias oficiales del colegio; a pedido de los docentes era requerido para dar mensajes de homenaje a la patria o para cualquier festividad cívica.
El mismo Víctor Andes, rememorando su ingreso a las filas partidarias del Partido Comunista del Perú – Patria Roja, escribió el artículo “Mi ingreso al partido” (2005), en que describe la forma de captación de nuevos militantes por parte de los cuadros de Patria Roja, la nutrida y clandestina formación política e ideológica recibida con antelación, las confesiones política y partidaria de su mentor político (Prof. Vásquez Rebaza), la solemnidad del ritual de pasaje y la nueva condición humana e institucional de aquellos ocho jóvenes:
Con la confesión hecha, entendimos su perfil peculiar, captamos las valiosas características de su singularidad, comprendimos que el educador comunista no era un simple trabajador de aula, sino un Maestro generacional, que hacía docencia donde quiera que esté.
Luego delineó las características del militante comunista, explicó sus deberes y derechos y entendimos el supremo y enaltecedor compromiso que estábamos contrayendo. Esta singular reunión terminó con la asunción de nuevos nombres para uso de la nueva institucionalidad y con puño derecho en alto juramentamos (p. 17).
Actividad política y trayectoria partidaria
Víctor Andes es un hombre de partido. Nada fácil en estos tiempos. Quienes han estado inmersos en política sabrán que simpatizar por una causa justa y popular es fácil; hay, incluso, aventureros, oportunistas y figurettis; pero militar en ella y para ella, es otro asunto[5]. Es de tipos convencidos y disciplinados. Y él ha sido uno de ellos.
Cursando estudios en la Universidad Nacional de Trujillo, Andes se caracterizó por ser un joven aplicado y ávido receptor de las tendencias humanistas e intelectuales más novedosas de su tiempo[6]. La conjunción de factores como el contexto nacional e internacional, la influencia de veteranos militantes comunistas, su vinculación a las masas, el estudio permanente y su integración a una estructura partidaria le habían convertido en “un hombre de izquierda, indignado de todo cuanto significaba explotación, abuso, sujeción y discriminación” (entrevista 2, 2021). Un revolucionario convicto:
Como todo militante de Patria Roja, Andes estaba organizado en una célula de su facultad y participaba activamente de reuniones del VER y del Partido, de asambleas, plenarias y movilizaciones del gremio universitario (FUT y FEP), de conversaciones con otros jóvenes para ganarlos o disputarlos para la causa y desplegaba sus habilidades de organización de diversas actividades afines (prensa, marchas, congresos, etc.). Muy seguramente se involucró en la huelga magisterial del 71 y participó como soporte organizacional en el XIII Congreso Nacional de la Federación de Estudiantes del Perú realizado en Trujillo (13-17 de diciembre del 72), eventos que afianzaron el posicionamiento y presencia de PR en el magisterio y universidades (entrevista 1, 2021).
Andes es un tipo sencillo, de talante discreto que transmite serenidad. Ciertamente es tímido para los eventos sociales multitudinarios. Por ello, siempre ha sido escurridizo: fue riguroso en el método de trabajo clandestino. Razones no le faltaban. Siendo militante comunista desde joven, cuadro político y luego dirigente partidario estaba dentro de la lista de proscritos, los más buscados por las fuerzas represivas del Estado.
No fue un militante de actividad pública, siempre fue un militante organizador y formador ideológico. Vivíamos momentos en que el partido reclamaba ir y servir al pueblo de todo corazón. Vincularse al movimiento obrero fabril era la consigna de combate, con esos ímpetus juveniles del partido empiezan a surgir las Comisiones Obreras para la Lucha (COPLAL) en fábricas, las COVEPLAL en los -por entonces- llamados “pueblos jóvenes” de La Esperanza, Florencia de Mora, El Porvenir, los Comités Magisteriales de Unificación y Lucha (COMUL); se afirman y forjan los históricos Frentes de Defensa de los Intereses del pueblo (FEDIP), esfuerzos y escenario que luego tributarán a la organización y lucha política y al surgimiento, a fines de los 70, de la Unión de Izquierda Revolucionaria (UNIR). Sin temor a equivocarme, Andes y los comités donde militaba (Puka Muru)[7] se convierten en artífices de esos grandes movimientos de los FEDIP y del UNIR (entrevista 2, 2021).
En un contexto inmediatamente posterior a la refundación partidaria (1968-1969)[8], Patria Roja inicia una ardua tarea que tomó en sus manos un pequeño núcleo de dirigentes, todos ellos jóvenes impetuosos: ir al campo a germinar la semilla de la revolución, puesto que “el movimiento de masas plantea… nuevas tareas, teóricas, políticas y de organización, mucho más complejas que las tareas con que podíamos contentarnos en el periodo que precedió a la aparición del movimiento de masas” (Lenin, 1975, p. 59). Tiempo después, en la VII Conferencia (1972)[9], Patria Roja reafirma su determinación de construir partido y forjar la organización y movimiento de masas para la revolución”[10], por lo que, un disciplinado militante Víctor Andes va destacándose por su liderazgo y capacidad organizativa, asumiendo cada vez mayores responsabilidades en la estructura partidaria regional, constituida en el Comité Regional Puka Muru (69-71). Sucede que “la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo” (Lenin, 1975, p. 43). Víctor Andes fue integrante de la dirección regional. “Posiblemente se le asignó responsabilidades específicas para los departamentos de Lambayeque y Cajamarca”:
En el 73-74, en el norte, el partido decide enviar (destacar) sus cuadros al campo. Desplaza compañeros a las bases. La consigna fue: “Ir a las masas básicas de la producción”. No quedarse en el magisterio ni en las aulas universitarias, sino volcarse al trabajo obrero, campesino, popular (entrevista 1, 2021).
Cuando se realiza la VII conferencia y luego, la campaña de rectificación, Víctor acompaña a un equipo de 16 jóvenes que van a Jaén y toman contacto con diversos compañeros de la zona: Elzer Elera, Macazana, Carpio y González. Fueron destacados al trabajo de inserción por un largo periodo: conocer la realidad, establecer contactos con amigos, conocidos y familiares del lugar y con ellos y apoyándose en ellos, diseñar un plan de trabajo político para acercarse a más gente, ganar amigos, adeptos, construir partido y organizar a las masas (entrevista 3, 2021).
Wilmer Valverde Rodríguez
Referencias
Andes Gonzáles, Alfredo. (marzo de 2005). Mi ingreso al partido. El Militante. Boletín interno del Comité Central del Partido Comunista del Perú – Patria Roja.
Confederación General de Trabajadores del Perú. (febrero de 2021). Historia.
Huber Stephens, Evelyne. (1983). El gobierno militar peruano, la movilización obrera y la fuerza política de la izquierda. Cuadernos Políticos, 37, 81-104.
Lenin, V. I. (1975). ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. Edición en Lenguas Extranjeras, Pekín 1975.
Meza Aguirre, Gilberto R. (2015). Lecciones de las luchas y conquistas del SUTEP.
Moreno Rojas, Alberto. (2008). Democracia directa y estrategia revolucionaria. 4ta edición. Ediciones Patria Roja.
Partido Comunista del Perú – Patria Roja. (febrero de 2021). Vigencia del partido. https://patriaroja.pe
Silva Santisteban, Fernando. (2018). Antropología. Conceptos y nociones generales. (1ª edición digitalizada. Lima: Fondo Editorial de la Universidad de Lima.
Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú. (febrero de 2021). Historia del Sutep.
[1] En esta época los niveles de escolaridad eran los siguientes: nivel primario (seis años, uno de “transición” seguido de otros cinco años) y nivel secundario (cinco años). En total, 11 años de estudios de la educación básica regular. Se precisa que no siempre los niños realizaban su “año de transición”, ingresando directamente al primer grado de primaria. Es el caso de Víctor Andes.
[2] Institución educativa creada mediante Decreto Supremo Nº 1640 del 16 de setiembre de 1940, durante el gobierno de Manuel Prado Ugarteche. Adoptó el nombre del destacado educador peruano Pedro Adolfo Labarthe Effio, en reconocimiento a su labor. En la actualidad se denominación: Institución Educativa Emblemática Pedro A. Labarthe.
[3] Este hecho, Andes lo relata con mayor detalle en su artículo “Mi ingreso al partido”, que se encuentra en “El Militante”, boletín interno del Comité Central del Partido Comunista del Perú – Patria Roja (marzo de 2005). El “Che” Guevara es ejecutado en La Higuera, Bolivia, el 9 de octubre de 1967.
[4] El Partido Comunista del Perú – Patria Roja es una agrupación política representativa y la más organizada de la izquierda peruana. En el artículo 2 del Estatuto aprobado en su IX Congreso Nacional (diciembre de 2019) se definen como “un destacamento de vanguardia, consciente y organizado, del proletariado peruano, el núcleo dirigente de la causa socialista y defiende, consecuentemente, los intereses fundamentales y concretos de los trabajadores, del pueblo peruano y de la nación”. La denominación de su órgano central como “Patria Roja”, le daría su sello distintivo, por el cual el partido sería conocido hasta la actualidad.
[5] Veteranos militantes recitan un viejo adagio: “Es fácil militar a los veinte años, pero muy difícil militar veinte años”.
[6] En esas búsquedas se entusiasma con la práctica del yoga para cultivar el alma y la persona.
[7] Se refiere al legendario Comité Regional “Puka Muru” (o Semilla Roja) de Patria Roja, que abarcó los departamentos de Tumbes, Piura, Cajamarca, Lambayeque, La Libertad y Áncash.
[8] En un contexto de realineamiento del movimiento comunista internacional, debido al proceso de contradicciones internas del Partido Comunista (en ideas y prácticas de interpretación de la realidad, definiciones, estilos, roles, etc.) devino una ruptura institucional con la instalación de una Comisión Nacional Reorganizadora en 1968 y la VI Conferencia Nacional de 1969 dando paso al Partido Comunista del Perú “Patria Roja” como es conocido hasta la actualidad.
[9] A fines de julio de 1972 dio inicio la VII Conferencia Nacional, cuyo principal acuerdo fue: trabajo de masas y construir Partido para la revolución. De 1973 en adelante se genera un desplazamiento de militantes a diversos sectores sociales y productivos. Este llamamiento se enfatiza en 1974 y 1975 con la Campaña Nacional de Rectificación y la creciente lucha social en todo el país.
[10] Al respecto, un veterano militante comentó: “La primera decisión después del 69 fue enviar los cuadros de inmediato al trabajo de masas. Esa decisión nos salvó de desaparecer; nos permitió desarrollar. Los estudiantes iban a sus zonas de origen con la consigna de hacer trabajo político. A veces también otros cuadros llegaban como paracaidistas. Se las tenían que arreglar como pudieran”.
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