QUE TU SUEÑO ABRA SUS ALAS
Camilo Terrones Cotrina
(Maestro y Poeta sanmiguelino natural de San Silvestre de Cochàn,
autor del libro “Del relámpago a las rangras”)
I
Vuelvo a tocar el meridiano de tu frente,
a recorrer el sendero trazado en mi cuaderno;
vuelvo a beber del manantial de tu palabra
y a dorar mi sueño con el aroma de tu sangre.
Vuelvo temeroso de la noche turbulenta,
a buscar la luz en tu senda luminosa.
Vuelvo a los latidos de tu pecho crepitante
y a ver que los truenos amenizan la mañana.
Vuelvo a escuchar tu voz huracanada,
a buscar la libertad en la luz del alfabeto...
Vuelvo para ver que se rompe tu cadena,
y para ver que las centellas iluminan la pradera.
Vuelvo a navegar en el mar de tus creencias,
a cultivar claveles en la arena del desierto;
a cultivar claveles en la arena del desierto;
vuelvo a quemar la mala hierba con el fuego de tu
verbo,
y a sembrar corazones donde crecen los abrojos.
Vuelvo a calentar el sol con el frío de mis
huesos,
y a escuchar el yaraví que germina en tu guitarra;
vuelvo a cuestionar la medalla en pecho indigno,
y estaré para aplaudirte en el yantar de tu
cosecha.
II
Deja, Maestro, que tu arenga sea mía,
que tu grito se encadene al trinar de los
gorriones;
y el eco desempolve las piedras del camino.
Que tu flauta balbucee con la paccha tu mensaje,
que derrame su armonía, que de brillo al
pentagrama;
y que dancen los zorzales en el bosque de la puna.
Deja, Maestro, que tu sueño abra sus alas,
como illapas que acarician al sillar de la
montaña.
¡Que los truenos hagan rimas con el canto de tu
tiza!
Que mis versos, con el viento, lleven lejos tu
palabra,
que fecunden las llanuras, que remonten
escarpados…
¡Que tu verbo eche raíces en los duros pedregales!
Deja que los niños hagan tiernos garabatos,
que dibujen tempestades, remolinos en su frente…
¡Que el viento fructifique cuando nace la
alborada!
Que tu escuela sea barca tripulada de esperanzas,
que recorra los océanos difundiendo tu mensaje;
y cuando ancle en las alturas el sol brille en tu
bandera.
III
Veo al lamparín calcinando tu pupila,
y tienes por bufanda un copo de neblina;
has hecho del bohío tu bíblica capilla,
y llevas al desierto el agua de tu libro…
¡Siembra en la peña mensajes de esperanza,
verdades en la jungla, la flor en el desierto!
Se escucha en las alturas campanas de victoria:
¡Es fiesta del honor con sendos pergaminos!
Y estás, en el festejo: ¡Anónimo, Olvidado!
Jamás brilló en tu pecho el sol como medalla,
ni un pálido laurel ciñeron en tu frente…
¡No hay juez que haya llevado tu amor a su
balanza!
Dios hizo el verde trino, también la puna helada;
Y tú los has pintado con la luz del arco iris,
y has dado mil arengas al ciervo encadenado.
Hay música en tus labios, hay fuego en las
vocales,
señalas horizontes a quindes y palomas
pero aún para sus alas el espacio es prohibido.
Por siempre llevarás tu salmo a flor de labios,
regada la parcela que tienes señalada.
Y cuando vengan sombras con voces de exterminio,
a llevarse el viento que peina la pradera,
ya estarán tus huesos templados como acero,
y un mar de ruiseñores cantando tus canciones.
IV
¡Maestro! Antes que las sombras destiñan tu
mirada,
sacude de tus huesos el plomo y la nevada;
dale a la esperanza un libro con memoria:
un libro de historietas que tenga dibujado
el sol de la mañana, el cielo conquistado…
¡Que el niño en su cuaderno escriba tu epopeya,
con lápices de oro y el rojo de tu sangre!
¡Maestro! Si el peso de la cuesta intenta
detenerte,
aférrate al sendero que tienes señalado;
delante de tus ojos levanta un periscopio
que vea un cielo azul detrás de la montaña.
Instala un telescopio que mire al infinito,
y entonces Galileo vendrá para mostrarte
la ruta que te lleve directo a las estrellas.
¡Maestro! Hoy que el sol derrama su sabia
redentora
y un mar de pajarillos corea tus canciones,
te traigo como ofrenda: la noche hecha pedazos,
la risa de los niños, mi pálido homenaje…
Espero que estos versos ungidos con tu aliento
inicien junto a ti su azul peregrinaje,
y que un big bang de flores perfume el universo.
No comments:
Post a Comment