Vivir en San Miguel de los sesenta,
es premio que la vida me concede,
es dicha que mi pluma documenta,
es plan que del Altísimo procede.
Mi codo se luxó, qué doloroso,
y surgen al instante mis lloradas,
me cita con esquela don Chilposo,
huesero de dramáticas jornadas.
Y voy a don Vivián por el jarabe,
cien veces he pisado su botica,
seguro sanaré, mi Dios lo sabe,
su gracia para mí se multiplica.
Mi padre diez barretas necesita,
y lampas trabajadas con decoro,
trabajo del herrero que transita,
por vía fraternal: don Teodoro.
Pedir al doctor Urcia cita nueva,
indican con urgencia mis abuelos,
que haya más salud y que no llueva,
se busca con afán en estos suelos.
Es tiempo de comer más alfajores,
hechura del patriarca don Lorenzo,
son ricos y, por tanto, los mejores,
del lunes un fantástico comienzo.
Me mandan a la plaza por fideos,
estoy, del gringo Aníbal, en su tienda,
mis gentes tienen crónicos deseos:
comer más tallarín en la merienda.
© Tito Pérez 2017.
Foto: crédito por consignar.
es premio que la vida me concede,
es dicha que mi pluma documenta,
es plan que del Altísimo procede.
Mi codo se luxó, qué doloroso,
y surgen al instante mis lloradas,
me cita con esquela don Chilposo,
huesero de dramáticas jornadas.
Y voy a don Vivián por el jarabe,
cien veces he pisado su botica,
seguro sanaré, mi Dios lo sabe,
su gracia para mí se multiplica.
Mi padre diez barretas necesita,
y lampas trabajadas con decoro,
trabajo del herrero que transita,
por vía fraternal: don Teodoro.
Pedir al doctor Urcia cita nueva,
indican con urgencia mis abuelos,
que haya más salud y que no llueva,
se busca con afán en estos suelos.
Es tiempo de comer más alfajores,
hechura del patriarca don Lorenzo,
son ricos y, por tanto, los mejores,
del lunes un fantástico comienzo.
Me mandan a la plaza por fideos,
estoy, del gringo Aníbal, en su tienda,
mis gentes tienen crónicos deseos:
comer más tallarín en la merienda.
© Tito Pérez 2017.
Foto: crédito por consignar.
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