UNA HISTORIA OLVIDADA:
EL VIEJO PUEBLO ‘SAN MIGUEL DE CATAMUCHE’ EN CAJAMARCA
(Tercera parte)
José
H. Rodríguez Villa
Artículo presentado en el XI Congreso Nacional de Geografía, “Geografía, Desarrollo y Sostenibilidad Territorial: enfoques, políticas
y estrategias”, Cajamarca, del 5 al 7 de
Octubre de 2015.
V. LA POLITICA
DE REDUCCIONES
Y EL PUEBLO DE SAN MIGUEL DE PALLAQUES
Lo que se plantea a
continuación tiene
el carácter de
propuesta inicial; una suerte
de hipótesis que hemos construido basándonos en documentos coloniales de archivo y otras fuentes secundarias. Esta información, de hecho, tiene que ser ampliada y contrastada con mayor detenimiento; sin embargo, hasta hoy, los indicios que hemos encontrado son
lo bastante sugerentes como para fundamentar una
primera aproximación a la etapa más
antigua de San Miguel de
Pallaques, en el momento
que
fue
formado por los conquistadores españoles. No obstante es seguro que quedarán aún sin resolver varios
puntos, tarea que corresponderá a un acopio futuro de información a partir
de investigaciones en los campos de la Etnografía, la Historia y la Arqueología.
Pienso que, aunque remota, todavía
está
la posibilidad de recurrir a la memoria de los viejos, a la tradición ancestral que como un seco cordón
umbilical aún nutre nuestra
identidad y
nos vincula
al
pasado
histórico.
Habrá
que
preguntar. Tal
vez
queda un
registro oral, un escrito, que den cuenta del viejo pueblo de San Miguel.
La Arqueología nos puede evidenciar si, cerca o en el actual
sitio de Catamuche, aún quedan los vestigios de la antigua población que lograron establecer los españoles en su primer viaje hacia Cajamarca. Una vez
encontrada y develados sus restos habrán nuevos elementos para afirmar o desestimar nuestra idea.
En la actualidad el sitio de Catamuche es un área agrícola poblada por pocas y dispersas familias campesinas.
Se
comunica a la capital
provincial por
medio
de una
trocha carrosable que dirigiéndose hacia el oeste recorre unos diez kilómetros hasta llegar al pequeño caserío de Yamalán, en plena ladera que
desciende en la banda derecha
de
la quebrada de Nitisuyo.
Yamalán y Catamuche están uno al lado del otro; comparten límites
y una historia común de haber sido pequeñas haciendas tradicionales trabajadas bajo el
sistema de aparcería. A partir del año 1970 estas áreas fueron parceladas por sus
propietarios y vendidas a sus mismos “partidarios”, cuyos descendientes actualmente
trabajan y
conducen las tierras.
Visité rápidamente Catamuche y Yamalán en julio de 2015 con el objetivo de sondear
sobre su historia local y la memoria de un probable pueblo viejo. Pero poco se puede
obtener en tan poco tiempo y cuando los habitantes están tan dispersos. Sin embargo,
conversé con algunos
pobladores
que
viven junto a la escuela de Yamalán. Uno de ellos, don Gilberto Becerra
Mondrágón de 68 años, señaló algunas pistas interesantes. Cuando
niño servía al patrón en la entonces hacienda de Yamalán; una de sus
tareas era cuidar el ganado. Con este propósito recorría
diariamente las áreas de pastos
y los montes que quedaban sin cultivar. Ahora recuerda
que en ese tiempo
vio que en el llamado cerro “El
Gentil” había claras huellas superficiales
de
un pueblo antiguo expresadas en “calles”
y restos de construcciones
que
parecían haber sido hechas con ladrillos. El área del referido
cerro se vislumbra a un kilómetro aproximadamente hacia el
sur de la vivienda de don
Gilberto, en los límites con las tierras de Catamuche. Dice que hoy esos
restos
ya no están;
fueron desmontados
cuando este espacio fue incorporado a la agricultura.
De haber existido, como refiere nuestro informante, los restos de un antiguo pueblo en las inmediaciones del cerro indicado, éstos quizá
correspondieron al poblado
hispano
fundado por Pizarro en
1532
o a la llacta indígena que existía al momento de su llegada a estos lares. El nombre
mismo de “Gentil” parece más aludir a un poblado prehispánico;
pero quizá fue aquel con cuya
población se formó el nuevo pueblo con trazo español y
que tomó el nombre de San Miguel de Catamuche.
Fotografía Nº 1. Cerro “El Gentil” visto
desde
la escuela de Yamalán. 2015.
En otra fecha no muy posterior visité el mismo cerro “El Gentil”. Caminando entre cultivos de trigo y arveja a punto de cosechar llegué hasta la cima del promontorio en donde
el cerro se corta en violenta pendiente con dirección a los predios del caserío La comunidad, en el lado sur. El área, seca y de reducida extensión, se inclina en pendiente
moderada
hacia el lado norte de la montaña hasta llegar a los lindes con otros campos de cultivo y la trocha carrosable que une Yamalán con el contiguo caserío de Tayapampa. Es verdad que
aquí
ya no quedan más huellas visibles de construcciones que hoy puedan evidenciar la
existencia de un poblado. Sólo están los grandes montones de piedras que los cultivadores
han
formado de trecho en trecho para
dar
espacio a sus siembras. Probablemente son las mismas
piedras que antes formaron los muros y cimientos
de
antiguas viviendas.
Pero sí es seguro que en este mismo lugar hubo un asentamiento prehispánico. Lo
muestran los abundantes restos de cerámica superficial que se visualizan sobre el suelo
y entre la yerba seca
de
toda la loma del cerro. Como se ve en las siguientes imágenes, se
trata
mayormente de
restos
de cerámica utilitaria, gruesa,
de superficie tosca y sin
decoración. Pocos pedazos corresponden a cerámica más fina, cuyo material, fondo y decorado parecen vincularse con la cerámica característica de la Cultura Cajamarca.
Fotografías Nº 2 y 3.
Restos superficiales de cerámica, cerro
“El Gentil”, 2015.
En cuanto al sitio Catamuche no sabemos a la fecha si en algún lugar de él sus
pobladores identifican los restos
de
alguna población antigua o guardan la memoria sobre ella.
Finalmente,
con ánimo de avanzar
en el rastreo del
antiguo pueblo
de
San Miguel, la
investigación histórica será una fuente importante de información. En el
Archivo Regional de Cajamarca y otros similares es posible que se encuentren documentos que permitan seguir la pista del pueblo de San
Miguel a través
de su pasado más lejano.
Queda pendiente, pues, esta múltiple tarea para tiempos posteriores. Por hoy sólo presentamos los primeros avances. El interés no es cambiar la historia de San Miguel sino precisarla y enriquecerla
develando los sucesos
que
marcaron sus
inicios como población
colonial.
Fotografía Nº 4.
Cerro “El Gentil” avistado desde Catamuche.
En la parte baja de la foto aparece la
explanada de Catamuche. De haberse formado en la zona, como se propone, una población hispana, este lugar debió ser el más adecuado para ello por su
suave relieve y amplitud.
La fundación española de
San
Miguel de
Cajamarca
Está ya establecido por la Historia que el pueblo español
de
San Miguel fue fundado
durante el recorrido de Pizarro y sus compañeros hacia Cajamarca. Sin embargo, no hay
precisión sobre el lugar exacto ni la fecha en que esto ocurrió, pues las fuentes que hemos
revisado no se han detenido a detallar este
acontecimiento, presentándose algunas controversias entre ellas incluso acerca de la ruta que habría seguido la expedición
conquistadora en su camino hacia Cajamarca11.
Al respecto pienso que
la
palabra de Raimondi es la más
autorizada para determinar
el recorrido que siguió la hueste de Pizarro hacia su encuentro con Atahualpa. Este autor basa sus afirmaciones en los datos que brinda el cronista Jerez12 y en el conocimiento
cercano que tuvo de las tres rutas entre la costa y Cajamarca porque las recorrió personalmente: vía Trujillo por Cascas, por el valle Jequetepeque y por el río Saña, por lo cual pudo afirmar con seguridad que “… Pizarro siguió su marcha por la quebrada de Saña donde dejó el camino de la costa subiendo
a la sierra por el
que pasa por la actual Nanchó …”
Dice Raimondi13:
“… he aquí el camino que siguieron los españoles; llegados al valle de Saña …, descansaron en un
pueblo cuyas ruinas se notan
a una media legua
de
la actual población que lleva
el mismo nombre del
valle14. En este punto dejaron el camino que
seguía por la costa y continuando hacia arriba por la quebrada de Saña, llegaron, …, al pie de la sierra donde reposaron un día antes de empezar la
subida. Este punto
correspondería con las ruinas de un pueblo que se observan a una legua antes de la hacienda Nanchó. Desde allí empezó la
áspera subida a la fortaleza ubicada en media cuesta; allí paró el gobernador a descansar y
comer; de allí fue a dormir a otro pueblo. El gobernador se aposentó
aquella noche en aquel pueblo en una casa
fuerte, cercada de piedra labrada…”
“Desde este
punto ya no es posible
seguir con precisión el camino recorrido por los españoles en su marcha a la ciudad de Cajamarca, pues los antiguos historiadores no nombran un solo
punto o lugar que pueda arrojar luz y servir de
guía para trazar el itinerario ... “
Sin embargo,
siempre siguiendo a Jerez, continúa Raimondi señalando que “… desde aquí siguió Pizarro subiendo hacia
la parte más alta en las cumbres de la cordillera, donde
pernoctaron. El intenso frío
de
la noche obligó a que los
viajeros armen sus
toldos
de algodón para protegerse. Continuaron al siguiente día el camino para ir a dormir en un
pueblo situado en un valle. No es difícil comprender
que
el lugar frío donde pernoctan los
españoles corresponde con
las cumbres altas
que
dividen las
hoyas
de los
ríos
Saña
y
Puclush, … y que el pueblo donde fueron a dormir al
otro día debía quedar en la quebrada de este
último río, tal
vez en el mismo punto donde
se halla la actual
población de San Miguel …
15“
No se conoce la fecha exacta en que Pizarro arribó a las inmediaciones
del
lugar donde
después fundaría San Miguel, ni cuánto tiempo
se quedó
aquí16. En todo
caso debió ser entre los días 10 al 11 de noviembre, las dos fechas probables que los historiadores asignan a la formación del pueblo.
El conquistador llega a los lares del actual San
Miguel luego de un largo trayecto que lo
trajo desde la recién
fundada ciudad
de Piura, lugar de donde partió el
24
de setiembre17; lo que significa un viaje de alrededor de un mes y medio por tierras desconocidas,
atravesando parte de la sierra y varios valles de la costa
norte, aunque,
según Cieza de
León18, en el trayecto no sufrieron desabastecimiento de alimentos
pues los depósitos incas aún vigentes les proveían de
todo lo necesario. Según el relato de Raimondi, en particular el tramo final
entre el pueblo de Collique y la quebrada del Puclush resultó muy
agotador para los españoles tanto por lo quebrado del camino como por
la tensión a que
estaban sometidos ante
el miedo constante de ser atacados por
el ejército de Atahualpa. Sin embargo, a la luz del probable itinerario que
propone el Instituto Geográfico Nacional, parece que, al contrario de lo que afirma Raimondi, el viaje de los españoles en
este
tramo fue muy rápido19.
El cronista Jerez dice que, frente al
feliz suceso de
no haber recibido ningún ataque por
parte de los naturales,
salvo algunos encuentros con los emisarios de inca, Pizarro interpretó este hecho como el resultado de la acción protectora del Arcángel San Miguel
de quién era fiel devoto.
Es de
suponer
que el trayecto
que siguieron
los españoles en su mayoría
corresponde
a la ruta de los caminos prehispánicos que, en varias direcciones, atravesaban el amplio territorio del país, vinculando entre sí a numerosos pueblos o llactas y tambos20.
El paiteño Moya Espinosa (1994) incluye en su libro el mapa
que el Dr. Alejandro
Miro-
Quesada y Garland21 elaboró para señalar la posible ruta seguida por Pizarro en el tramo
entre Olmos
y Cajamarca. Al parecer, el derrotero seguido por este camino en tierras
cajamarquinas seguiría la dirección de un
trecho del Qhapac Ñan, el mismo que
ha sido
registrado en los
últimos años22 y
que
atraviesa la actual provincia de
San
Miguel. Siguiendo este camino
y al llegar a una de estas llactas
que
ya existían en el valle del Puclush, es que posiblemente Pizarro se queda a descansar; aprovechando su estadía para,
sobre
las
bases de
su
estructura
y
con
su población, llevar a cabo la primera
fundación española de San Miguel. El nombre que le asigna
deviene del propósito
del
Marqués de homenajear la protección guerrera del Arcángel Miguel durante su largo y
arduo viaje.
Mapa Nº 2. Trayecto
del viaje de Pizarro entre Olmos y Cajamarca.
Fuente: Moya Espinoza, R. Breve Historia de Piura,
Tomo II, 1994.
Sobre la fecha de fundación o formación del pueblo no hay mucha información. De los
textos
revisados
el único que
brinda una fecha es el cajamarquino Burga23 en
su diccionario geográfico e
histórico. Sin precisar sus fuentes o quizá basándose sólo en lo afirmado por Guillermo Prescott a quién cita, este autor fija tal acontecimiento en el día 10 de noviembre de 1532:
“… Arribó éste seis meses después [de la fundación de Piura], porque el 10 de noviembre
de
ese año asentaba
el Marqués de los Atavillos el centro poblado que hoy
es sede de San Miguel de
Pallaques …”
En el Atlas
del Perú publicado
por el Instituto Geográfico Nacional
en 1987 (Moya Espinosa, 1994) se consigna el posible itinerario
de
Pizarro en su marcha sobre Cajamarca.
Según éste el conquistador partió de Saña el viernes ocho de noviembre y esa misma noche
pernoctó en El Trigal. Desde aquí enrumbó el sábado nueve hacia Agua Blanca,
y desde aquí, al día siguiente, a San Miguel, en pleno valle del Puclush. El lunes 11 cruza un
afluente de este río y se pone en Camino para Llapa donde descansó un día, antes de retomar
el miércoles 13 la ruta que
atravesaba las tierras de
los Chalaques en dirección al
sudeste.
Si este itinerario es cierto, Pizarro sólo necesitó de tres
días para recorrer la agreste cuesta de las montañas entre el poblado costeño de Saña y los predios donde, en el transcurso
de su viaje, formaría el pueblo de
San
Miguel. Esto
debió
ocurrir entre la tarde del
domingo 10 o la mañana del lunes 11 de noviembre de 1532.
Acerca del punto donde se formó inicialmente el pueblo de San Miguel, hasta antes de este artículo no había ninguna controversia.
Se creía, como se afirma, por ejemplo, en la página DePerú.com, que:
“ … El Conquistador español aprovechó su estadía
en la zona para
transformar el Ayllu de
Payac en Villa, fundando
San Miguel … en homenaje a San Miguel Arcángel, …, el 11 de noviembre de 1532 … dando nombre de San Miguel de Pallaques a la aldea encontrada (en
lo que es hoy el centro
de la
ciudad) …”.
En la
misma dirección Antonio Raimondi
también pensaba que podría
tratarse del
actual lugar que ocupa la ciudad de San Miguel.
Sin embargo, ahora, a la
luz
de lo que establece el documento citado de 1605, estamos en
condiciones de cambiar esta aseveración en el sentido de que el pueblo inicial que fundó o formó Pizarro el 10 de noviembre de 1532 no
fue el actual San Miguel de Pallaques sino el
de San Miguel de Catamuche, ubicado unos
kilómetros antes, hacia el oeste, pero
seguramente en la misma ruta
que
seguía el camino que recorrió la expedición
conquistadora y
en los mismos predios o cerca de lo que actualmente es el caserío
Catamuch. Es probable que
por esa fecha existiera aquí
una
llacta
significativa y organizada que llamó la atención de Pizarro por
el número de sus pobladores y las buenas condiciones
que ofrecía para el descanso de él y su gente, pero también
para
la vida de los
indios que la poblaban.
Sobre la base de esta llacta o en un área contigua a ella es que
Pizarro forma un nuevo
pueblo, antes de acometer el último tramo del viaje
que lo
conduciría hasta Cajamarca. En el nuevo nombre de San Miguel de Catamuche sucede mismo que en el caso de muchos pueblos y ciudades que fundan los españoles en el Perú.
Al topónimo original se le antepone un nombre hispano que fija por lo general su advocación a algún santo cristiano y se le completa luego con la designación del lugar
o de
la etnia que lo ocupaba. Tal el caso de la fundación de Piura, donde
“ …
la ciudad es sucesora de un primer emplazamiento del año 1532 conocido como San Miguel de Tangarará o Tangararán – un lugar bautizado por Pizarro como San Miguel y completado con el nombre de la población
india más cercana …”24 En nuestro caso, al nombre previo de Catamux o Catamuche se le antepone el nombre del Arcángel guerrero resultando de esta manera la denominación
del
primer pueblo que los españoles
fundan en la región de los Caxamarca: San Miguel de
Catamuche.
Casi cuarenta años después este pueblo aún ocupaba su inicial emplazamiento y mantenía
su nombre original.
Ello se desprende de la información que arroja el reporte de la visita colonial de Diego Velásquez de Acuña, según la cual, como ya vimos líneas arriba, el
referido pueblo es visitado
y censado en noviembre de 1571 con el fin de registrar
el número de indios tributarios así como sus recursos y población
en general. En esa fecha el
pueblo alcanzaba cerca de 800 personas
y seguía estructurado en base a la organización
tradicional indígena
prehispánica
en
base a la cual,
dentro del ámbito
del
mismo pueblo
residían gente perteneciente a distintas pachacas
y huarangas, destacando los Payacas, Niepos y
Polloques como grupos
sociales mayoritarios.
Las “reducciones” y el traslado del antiguo pueblo de San Miguel.
¿Cómo y
en
qué momento es que surge el nuevo pueblo de San
Miguel de
Pallaques?
Hasta antes de conocer el documento de
1605
esta pregunta
hubiera sido encontrada innecesaria y hasta necia, pues no había razón para cuestionar la creencia afirmada
históricamente según la cual el pueblo que fundó Pizarro corresponde al de San Miguel de Pallaques, formado en el lugar que ocupa la actual ciudad de San Miguel y en referencia a la
etnia de los Pallaques,
grupo social que por entonces ocupaba la zona. Sin embargo hoy
tenemos que poner en duda los datos no sólo del original emplazamiento
del
pueblo sino también de la propia denominación “de Pallaques” atendiendo a que en la lista de pachacas registradas en 1571 en el viejo pueblo
de San Miguel de Catamuche no existe ningún grupo social con esta denominación25, sino solamente los Payacas, Niepos, Pingomarcas, Polloques y otros.
No
obstante, este punto acredita otra discusión que por ahora no interesa al tema de este artículo, limitándonos a responder a la cuestión de que
el pueblo de San Miguel de Pallaques surge más tarde, quizá unos 45 o 50 años, después de su primera
fundación en las inmediaciones de
Catamux, por su traslado o reubicación a su actual emplazamiento. Esta es una probabilidad que sugiere la revisión de la escritura de venta 1605, donde hay un especial cuidado por parte de los indígenas en precisar la
existencia de un “pueblo
viejo de San Miguel” junto a las tierras de Catamux, objeto de la
transferencia. Dado que esta información procede no de gente externa al pueblo sino del
gobernador y los caciques
que
otorgan la escritura, hay
fundamento suficiente para
asumir que está ajustada
a la
verdad. Por ahora la única fuente para sustentar esta
idea es la escritura señalada,
pero confiamos en que la posterior investigación arqueológica
e histórica se encargará de confirmar y enriquecer con más detalles esta afirmación. Por
ahora quedémonos en el planteamiento de que el nuevo pueblo de San Miguel de
Pallaques resulta del traslado posterior del original fundado por Pizarro
en 1532.
Probablemente
la demanda de la población por
mejores tierras para la producción y
abundantes fuentes de
agua, motiva el traslado del pueblo a un lugar más cercano al río
que
desciende desde las alturas de Calquis. O simplemente obedeció a
las necesidades
administrativas y políticas del gobierno colonial
que
por ese entonces había puesto en marcha una serie de reformas que involucraban a la población indígena
del
virreinato. El
traslado de los pueblos fundados inicialmente en un lugar y luego movidos a otro no es un
fenómeno aislado
en
el Perú
colonial sino
más bien
frecuente. Piura, la primera (o segunda) ciudad fundada por
los españoles en agosto
de 1532 junto a
la llacta Tangarará del río Chira, se trasladó,
aún
en pleno proceso de la conquista, hacia un sitio más salubre en la
vera del Alto Piura.
San
Juan
de
la Frontera
de
los Chachapoyas,
fundada inicialmente en 1538 por el conquistador Alvarado
en las alturas de La Jalca, fue cambiada
de
lugar dos veces
antes de terminar en su actual ubicación.
El cambio de lugar de San Miguel y su nueva nominación debieron ocurrir a mediados de la década del 70 del siglo XVI dentro del marco
de las reformas que impulsó en todo el
ámbito de su gobierno el entonces virrey Francisco Toledo y que comenzaron a aplicarse
en Cajamarca a partir de 1572.
Es conocido que una
vez
consolidada
la conquista española en
el virreinato
del
Perú, la corona española inició varios cambios en su política con respecto a la
población indígena
como una forma de limitar el
poder de los encomenderos así
como para facilitar la
administración de la
mano
de obra indígena26, el cobro de
tributos y extender la
evangelización y concientización de los indios a través del trabajo de los curas doctrineros
y la
creación de escuelas. En ese sentido, una
de
las primeras instituciones que se ordenó establecer fueron las
reducciones de indios, pueblos organizados
de
acuerdo al modelo español. Una
de
las primeras provisiones reales para ello data de
1549, aunque por los
problemas políticos internos en el virreinato la política de formación de pueblos de indios recién pudo hacerse efectiva con el virrey Marqués
de
Cañete, comenzando por el valle de
Lima. Fue Francisco
de Toledo
quien
extendió
la
política de
reducciones a todo
el virreinato ordenando
que al mismo tiempo
que se efectuaba la visita general, los visitadores
fueran concentrando
a la población
indígena en pueblos.
En cada repartimiento
los visitadores debían encontrar el lugar más apropiado para ello; es decir,
un lugar alejado de sus antiguos sitios de culto y
que
contara con buen clima, agua, áreas de pastos y tierras productivas. La traza del pueblo debía hacerse por cuadras conforme a
la de los pueblos españoles “… sacando las puertas a la calle para que pudiesen ser vistas y visitados de la justicia y sacerdotes …”27 y contar con una cárcel,
casa para el cabildo y un
hospital.
En el nuevo pueblo los indígenas
debían contar con tierras
propias
ubicadas alrededor de sus casas y tierras de comunidad localizadas no muy lejos del pueblo. La
denominación de pueblo de indios significaba que los españoles no tenían derecho a residir en él. Desde el punto de vista jurídico, un pueblo de indios debía tener un cabildo
de indios, con dos alcaldes, dos regidores, un escribano, un pregonero, y una doctrina con
«curas de indios»28. Las leyes coloniales además establecían que las tierras asignadas en mancomunidad eran de sucesión hereditaria para los hijos y no las podían vender, donar ni trocar, ni heredar a
otras personas, ni
arrendarlas a los españoles. Sin embargo, como
sucede en
San
Miguel
en 1605, previo
permiso
o
conocimiento del
corregidor de
naturales,
los indios vendían
o alquilaban sus tierras según lo juzgaban conveniente.
Este proceso de reformas se aplica en la región de las
siete huarangas
de
Caxamarca a partir de 157229. Al decir de Hampe Martínez30 por esta fecha:
“ … se
hizo la visita
general a esta zona, que fue practicada por el corregidor Alvarez de Cueto, dando origen a
la imposición de nuevas tasas de tributo … y a la constitución de
reducciones o pueblos indígenas de planta cuadricular.
Las formaciones urbanas que
surgieron así en los años
70
del siglo XVI son las siguientes: San Antonio de Cajamarca
(actualmente es la
capital del departamento), Asunción, Casal, Conturnazá, Chota, Guzmango, Jesús, Niepos,
San
Marcos, San Miguel, San
Pablo y Trinidad”
De esta manera,
al formarse la nueva reducción o pueblo de indios de San Miguel,
seguramente se elige para el efecto el lugar
que
ocupa la actual ciudad del mismo nombre
por
las ventajas comparativas que ofrecía el entorno en comparación al anterior más seco
y de
relieve más quebrado; a la vez que se le asigna un nombre que probablemente hacía
referencia al área que en ese entonces ocupaba la gente de una de las etnias principales,
ya sea los “payacas” o los “polloques”. Una vez conformado el pueblo se concentra aquí la población del antiguo pueblo de San Miguel de Catamuche y de los diversos poblados o llactas
indígenas de los alrededores. Esto a
finales
del
siglo XVI; de tal
modo
que, para el año 1605 en que se elabora el documento
de venta de una
parte de
las tierras de la
comunidad,
el nuevo pueblo de San Miguel de
Pallaques, trazado según el
modelo español, ya está constituido con sus autoridades
indígenas y coloniales (gobernador),
contando
además con su respectivo templo católico para
el cual los
indios mandan tallar dos
imágenes. Este mismo pueblo debió ser al que llegó
el arzobispo Toribio de Mogrovejo en diciembre de 1596 durante su visita pastoral a Cajamarca31 encontrando en él a 171 indios tributarios y a un total de 740 personas.
---
11 Por ejemplo, Moya Espinoza (1994), sin indicar sus fuentes, afirma que “… Pizarro siguió hacia Nancho, próxima a la actual Chongoyape y bordeando Chancay, llegó a
Santa Cruz en donde acampó… Los
expedicionarios prosiguieron
su marcha y el 15 de noviembre de 1532 desde las alturas de la
cordillera vieron que abajo en un valle
estaba Cajamarca”.
12 Francisco de
Jerez, el cronista que acompañó a Pizarro como su secretario, al
salir de Tumbes llevó un diario de viaje, en base a lo cual describió después varios acontecimientos de la conquista del Perú.
13 Raimondi, A. El Perú, Tomo II,
1965. Pág. 26.
14 Nazario Chávez se basa en Raúl Porras B. para afirmar que “… el punto en que Pizarro y sus compañeros se
detuvieron para dejar el camino de los llanos y
seguir el de
la sierra fue Collique, cerca de Saña. Según esto, Pizarro no llegó, pues, en esta
ocasión, hasta el valle de Chimú; de Collique se desvió hacia la
sierra …”
15 Según el relato de A. Raimondi el tramo entre Collique (cerca de Saña) y los predios de San Miguel de Cajamarca le habrán ocupado a
Pizarro seis días.
16 No creo que sea cierta la
versión difundida en la página web cajamarca-sucesos.com
según la
cual
los españoles acamparon en San Miguel por 20 días, antes de su llegada a la ciudad inca de Cajamarca.
17 Moya E. (1994) dice al respecto: “Francisco de Jerez da la partida de Pizarro de Tumbes el 16 de mayo de
1532 y como día de partida hacia Cajamarca el 24 de setiembre del
mismo año”. (Pág. 164). Coincide en esto con Paz Soldán (1862) según el cual “cinco meses después de su llegada a
Tumbes, se puso en marcha con
sus tropas hacia el interior del país (24 de setiembre de 1532) en dirección al campamento de Atahuallpa” (Pág.
50).
18 Cieza de León, P. 1987, Pág.
119.
19 Instituto Geográfico Nacional. Atlas del Perú, 1987. Citado por Moya Espinosa, R. 1994.
20 El cronista Huamán Poma de Ayala, en su obra que fue escrita alrededor del año 1600, incluye al tambo
real de San Miguel en la
lista de los numerosos tambos que estaban establecidos desde el tiempo de los incas en la
ruta
del camino que a través de los Andes venía desde Nobo Reyno, al norte de Popayán, e iba
hacia el Cuzco y
aún
más al sur. Nueva Crónica y Buen Gobierno Tomo III, 1996.
21 A. Miro-Quesada. La Ruta de Pizarro por los Andes, 1982.
22 Pugliesi, Renzo; 2011, pág. 118.
23 Burga Larrea, C. 1983, Pág. 1253.
25 Aún a
inicios del siglo XX los geógrafos de la
época registran al pueblo de San Miguel con el nombre de “San Miguel de Payaques”. Stiglich, 1922. Pág. 299.
26 Seguimos en esta parte a lo que plantea Vergara
Ormeño; 1991.
27 Beltran y Róspide, 1921, Pág. 88, 89. Citado por Vergara O.
28 Argouse, Aude; 2008. Pág. 168.
29 Hugo Pereyra P. (1986) dice al respecto “ … En el caso del corregimiento de Cajamarca, la documentación
parece sugerir que la red de reducciones comenzó a asentarse aquí recién en la década del setenta del siglo XVI”. Pág. 180.
30 Hampe Martínez, T. 1987. Pág. 69.
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