Wednesday, May 07, 2014

CAMINANTES DE PORCÓN EN TIERRA DE PISADIABLOS / Ana María Quiroz (Socióloga)

CAMINANTES DE PORCON EN TIERRA

DE PISADIABLOS

Ana María Quiroz (Socióloga)

 

Desde la creación de la provincia San Miguel de Cajamarca en 1964, la fiesta patronal en honor a San Miguel Arcángel se convirtió en la más importante, los pisadiablos como se nos dice a los nativos del lugar, nos referimos a ella como la fiesta de setiembre, que formalmente empieza el día 18 con las novenas, competencias deportivas, cocinerías, albazos, serenatas, música de bandas, bailes sociales, misas, procesiones, retretas y otros espectáculos como la vaca loca, la quema de castillos, las peleas de gallos, los caballos de paso en las corridas de toros. Los ‘costeños’, mercaderes de Chepén, Pacasmayo, Zaña y demás, ponían sus toldos en la plaza principal y hasta poco después de los años setenta, hacían lo mismo los peregrinos de Porcón, descendientes de una comunidad mitma cañari de origen lojano ecuatorial, devotos de la Virgen del Arco y notoriamente presentes hasta los tempranos años ochenta.

Aun cuando eran habitantes de la provincia Cajamarca, los llamábamos ‘porcuchos’, no cajachos, ni cajamarquinos, ni cajamarqueses, como el lenguaje popular distinguía especialmente a los habitantes de la provincia Cajamarca. Los porcuchos eran los otros, tenían otra vestimenta y otra lengua, eran monolingües en quechua como sus ancestros mitmas, que permanecieron en una suerte de enclave cultural, desde su llegada a Cajamarca. Los porcuchos constituían una comunidad prácticamente aislada o autónoma en decadencia y en abandono.

El contexto social cajamarquino experimentó un proceso distinto al del sur andino, donde si fue abismal el contraste social entre ‘mistis’ (mestizos) y ‘pongos’ (indios).  No hubo lugar en el habla para el vocablo mistis en Cajamarca, la colonia española propició un temprano y generalizado mestizaje cultural e incluso biológico y fue en ese proceso que el castellano se convirtió en la lengua materna de campesinos y pueblerinos de San Miguel y de las otras provincias. La barrera lingüística es siempre un factor restrictivo en la integración social y lo fue entre pisadiablos y porcuchos, pero eso no desdibuja la expectativa hacia su peregrinación a las fiestas patronales, a su vocación religiosa, a su participación en el intercambio comercial y tal vez a recordarnos que eran parte del universo social.

Antes de ser creada la provincia de San Miguel en 1964, nuestra fiesta patronal más importante y antigua fue la de la Virgen del Arco, que comenzaba antes del 28 de diciembre (día central) y terminaba el 6 de enero.  Su origen tiene estrecha relación con el convento de la Orden de los Mercedarios, edificado en San Miguel a fines del siglo XVII, dicho convento estaba localizado detrás de la Iglesia del pueblo.  Según un relato inspirado en la versión de un sanmiguelino más antiguo, una tarde de diciembre, durante las plegarias y cánticos de los mercedarios, fue vista la Virgen de la Inmaculada Concepción en el portón de la capilla conventual; el hecho fue seguido por un especial repique de campanas que congregaron a los feligreses del pueblo y de la campiña aledaña en el recinto. Los mismos que al enterarse del hecho milagroso, cayeron de rodillas y decidieron llamar Virgen del Arco a la imagen aparecida.

La sagrada fiesta patronal de la Virgen del Arco, fue perdiendo protagonismo después de 1964 con la creación de la provincia, en adelante empieza a cobrar protagonismo la del Santo Patrón San Miguel Arcángel. A lo largo de la década del setenta, todavía pudimos apreciar la devoción de nuestros originales visitantes de Porcón, sus ofrendas a la Virgen del Arco, su interés en comprar y promocionar sus productos artesanales.

Las huellas de la mentalidad colonial no forjaron un contexto social habitado por mundos o subjetividades irreconciliables como sí ocurrió en la tierra de José María Arguedas, Andahuaylas, Apurímac, donde la relación entre mistis (mestizos) con poder e indios sometidos a tal poder, hirió mortalmente su sensibilidad. Otras han sido las peculiaridades histórico sociales de San Miguel y de las otras provincias cajamarquinas, es un hecho objetivo que en las campiñas y en los poblados o ciudades hablamos la misma lengua, somos producto del mismo mestizaje cultural. 

A los porconeros se les esperó con entusiasmo, su monolingüismo estuvo entre lo novedoso y especial de las fiestas patronales, pero eso no fue suficiente, eran el otro, el extraño, que sorprendía gratamente y que al mismo tiempo algún mítico temor inspiraba. Pero el destino de los porconeros empezó a cambiar y en eso los proyectos de desarrollo estatales y la participación de la cooperación internacional, jugaron un papel importante.

La Ley de Reforma Agraria en 1974 convirtió al predio Granja Porcón a 30 kilometros de la ciudad de Cajamarca, en una Cooperativa de Servicios y desde entonces además de criar ovinos y cultivar para el autoconsumo, los porconeros se dedicaron también a la crianza de vacunos, a la producción de leche y a la reforestación.  Para 1979, los comuneros de Porcón bajo la influencia de la Iglesia Adventista, tomaron la decisión de autonombrarse Cooperativa Agraria de Trabajadores “Atahualpa-Jerusalén” y asumieron que habrían de dedicarse a las plantaciones forestales en sustitución de enormes áreas de pastos. Entre 1983 y 1989 un convenio entre el Estado peruano, la Comunidad Económica Europea y la Cooperación Técnica Belga, les facilitó la plantación de pinos con fines industriales.

Evoco a los porconeros ante algunos amigos y parientes y Elma Rosa dice: ‘Yo recuerdo que hablaban el quechua y sus vestimentas eran de pura lana de oveja y de preferencia, de color negro’. Lely, ligaba al carnaval una frase que recuerdo con claridad “engreído/a de Porcón / dame tu jeta pa’ hacer chicharrón”. ¿Quién podía ser un engreído en Porcón?

No podía pasar desapercibido el peregrinaje de nuestros originales paisanos, los esperábamos, se distinguían cuando asomaban en el horizonte. Una columna de Rafael León se refiere a los porconeros con relación a su entorno inmediato: “Una compleja historia de marginación y explotación determinó que los porconeros se cerraran como grupo humano para defenderse de los cajamarquinos, quienes los veían como borrachos y peligrosos“(1).  Habría que contemplar como posible la auto segregación de estos porconeros mitmas, cuya misión truncada por la presencia española, los dejó sin un claro lugar en el contexto social y muy lejos de su lugar de origen.

Los porcuchos lucían carencias y autoabandono, pero no hay en la memoria un hecho que sugiera hacia ellos una imagen de quienes fueron pensados o tratados como malhechores.  Sus ropas si estaban gastadas como el de la mítica Minyula roba niños, por eso en el pueblo los niños eran advertidos de que los porconeros pobres y hambrientos podrían llevárselos si los encontraban solos. Esos rumores surgieron en el afán de evitar que los pequeños se perdieran durante los días de fiesta entre forasteros, costeños y porconeros.

Walter me comenta: “Uyy, recuerdo (que) de pequeño les tenía miedo por su apariencia: decían que robaban niños y uno lo creía. Un día se me perdió mi hermano Jorge, justo para la fiesta de San Miguel, yo le echaba la culpa a lo porconeros”.

La comunicación con los porconeros dificultada por la barrera lingüística, no fue hostil, también por eso eran infaltables en las fiestas, disponían de recursos y riquezas invisibles que los volvían capaces de caminar grandes distancias.  Su trabajo gozaba de aprecio, sus ollitas de arcilla, sus petates, sus biscochos y todo cuanto hacían. Es cierto que también inspiraban cierto temor cuando circulaban alcoholizados, con sus llamativos pantalones negros o jergas oscuras y gastadas.

Los ‘porcuchos’ son recordados como arrieros, hacedores de petates e incomparables caminantes que llegaban a San Miguel para vender sus artesanías, abanicos, ollas, tiestos de arcilla y sus otros trabajos artesanales. A Carlos Alberto se le viene a la memoria: “claro, también llevaban sus bizcochos, envueltos en ichu me parece, eran bien ricos”. Hoy en día los porconeros son famosos por su espectáculo de chunchos, pero nunca nos deleitaron con ese arte en nuestras fiestas. El chuncho está asociado a los vendedores de cebo de culebra que si iban a las fiestas con una boa en el cuello.

Carlos me aclara que “chunchos” son nombres que se les da a los nativos de la selva, en San Miguel nunca he visto alguna danza, hay baile de chunchos en Chachapoyas, en San Martin, en Huánuco, en ciudades de ceja de selva. Los de Porcón eran campesinos que se vestían con pantalones de lana negra y usaban camisas de tocuyo y hablaban quechua, pero no iban a San Miguel a bailar.  Actualmente hay una fiesta en los baños del Inca, donde se presenta una danza de chunchos en la fiesta del Huanchaco, (me dice) pregunta a un conocido y que te diga cuándo es la fiesta del Huanchaco…. y que te diga por qué se presenta esta danza de chunchos, es una borrachera general, incluso las campesinas salen encinta y dicen que el padre del niño es el huanchaco”.

Los porconeros jamás pasaron desapercibidos cuando llegaban al pueblo, en algunas oportunidades se les vio aparecer en San Miguel montados en burro o a caballo mientras sus mujeres seguían caminando y eran ellas las que en los días de permanencia, cocinaban para todos.  La imagen nos remite a ciertos episodios que marcaron la historia de las relaciones subjetivas ancestrales cuando los norteños sufrieron la imposición inca.

Luego de leer el texto de Velázquez Cabrera (2) sobre el origen mochica de los términos ¨cholo¨ y ¨china’ es claro que adquirieron una carga peyorativa con la imposición inca, la misma que se acentuó mucho con la dominación española.  Cuando el poderío inca doblegó a la confederación chimor y se expandió al norte, los quechuas: los 'maqtas' (mozos) y 'sipas', 'pasñas' (mozas) tomaron como botín de guerra o yanaconas (yana-kuna) a 'chulus' y 'shinas'.  El dominio español castellanizó los términos como 'cholos' y 'chinas', adjudicándoles de modo inevitable una adicional carga despectiva sobre la población colonizada en general. 'Tchrulu' o 'chulu' (mozo) y 'shina' (moza) son vocablos que corresponden a la lengua mochica. 

Definitivamente los porcuchos habitan nuestra memoria, Evelia me invita a recordar: “las gentes que venían de Porcón para la fiesta de aniversario de San Miguel traían ollitas de barro y uno como que les tenía miedo ¿te acuerdas?… pero si comprábamos para jugar a la cocinita, ¿te acuerdas? hacíamos una fogata, que lindos recuerdos”.

Mis amigas Elina y Sara coinciden en que “los porcuchos, llevaban para vender bayetas, jergas, petates, abanicos, peines de madera utilizados para 'despiojar'. Las mujeres vestían fondos o polleras largas y vueludas sujetas a fajas de colores, blusas encendidas, aretes y sombreros de copa alargadas. Los hombres, gruesos pantalones, llanques, ponchos y sombreros. Algunos llevaban sus clarines y llegaban a pie o en caballos desde Porcón en especial a la fiesta de la Virgen del Arco que era importante. Parte de nuestros recordados y alegres visitantes eran transportados por don Vitalicio Yeckle. Hasta la actualidad llegan porconeros a realizar transacciones comerciales”.

Jorge hace hincapié en que: “los señores negociantes cajamarquinos que llegaban a San Miguel para la fiesta de la Virgen del Arco se alojaban en casa de una señora, dormían en un cuarto y los porconeros dormían en el corredor, bajo techo pero al aire libre y con aguacero”. No tenían mejor alternativa.

Víctor Hugo dice: “Sí, los recuerdo perfectamente: ingresando a dormir en cualquiera de esas portadas de las casas que andaban abiertas o estaban deshabitadas, allí se acomodaban y pasaban su estadía, llegaban con toda su familia”. “Los recuerdo: vendían sus 'jergas' (la jerga es un tejido tosco, de color negro o gris)… sus gruesos tejidos servían exclusivamente para ensillar los caballos o para ellos, en sus pantalones. Venían caminando desde Porcón… alucinantes historias...”. “Llegaban a la fiesta de la Virgen del Arco y del Arcángel San Miguel a vender sus gruesos tejidos que servían para las monturas de los caballos. Ellos confeccionaban sus pantalones y sus mujeres las polleras”. “Con la Virgen del Arco, más que devoción era negocio tal vez… eran bastante pobres, ahora no lo son con la cooperativa que administran para el turismo. En setiembre del 2013 estuvieron unos cuantos, vestidos más elegantes que antes, siempre vendiendo sus productos… hay una tremenda evolución o cambio en ellos”.

Durante los años 80 las ausencias de los peregrinos de Porcón en las fiestas patronales se volvieron notorias y si es que algunos de ellos participaron pasaron un poco desapercibidos. Iban quedando en el pasado los caminantes que podían apilarse en camiones de carga y/o ir a su destino caminando sin descanso.

Finalmente, la incorporación del castellano en su habla ha contribuido a su integración, ha perdido peso el estigma de comuneros alcoholizados, constituyen un aporte a la provincia de Cajamarca con sus logros, productos y entorno que atrae el turismo nacional e internacional.

Han aprovechado sabiamente los estímulos que finalmente recibieron del Estado, de la cooperación internacional y de una iglesia Adventista que de hecho capturó su profunda vocación religiosa. Como en el pasado la laboriosidad y la constancia continúan siendo sus tesoros distintivos, la diferencia es que se han vuelto evidentes sus frutos, parecen haber quedado atrás sus carencias de antaño y sus actividades productivas son de gran interés turístico. La percepción de ellos cambió, es otra y por eso tomo lo que dice Kapuscinski “La percepción cultural nunca es estática, sino móvil y sujeta a las tensiones que dependen del contexto exterior, de las expectativas del entorno y de nuestra edad y estado anímico”. (3)

Copio un poema del blog del pisadiablo Víctor Hugo Alvitez: los versos del poeta sanmiguelino Elmer Rodas, en el que imagino retratado al porconero que mi corazón recuerda.

 

Elmer Rodas Cubas (4)

 

BAJANDO LA CUESTA

 

Camino a San Miguel

crepita mi melancolía,

macerados los pies, restañados

con zumos de frías nostalgias...

voy royendo coca.

mortificante alcohol barrena mi pétrea pena,

tan deleznable, tan caminante.

vine al cielo verde,

viva estancia agonizante de caminos,

caminos apagados por la pura

cadencia de las mulas.

verdes las pendientes suaves,

don su maíz, en el seno

de espaciosas quebradas,

desde las jalcas (5), premeditadas, entretejidas.

 

es invierno entre el frío sollozo

de un enero que va exacerbando

los caminos.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: 

(1) León, Rafael. Abrapalabra: La Cruz de la Minería (Rev. Somos, El Comercio, 22 mayo 2007).

(2) Velázquez Cabrera, Víctor Hugo. 'La choledad de los andes' (ARC, 2014)

(3) Ryszard Kapuscinski: 'Encuentro con el Otro', 2007.

(4) Rodas Cubas, Elmer, 'Bajando la cuesta'. https://sanmiguelcajamarca.blogspot.com/2010/02/

(5) 'Jalca': montaña altoandina del norte del Perú. Proviene del quechua 'sallqa' (silvestre, salvaje). Para J. Pulgar Vidal es sinónimo de 'suni': de 3,500 a 4,000 msnm.

(6) Goicochea Cruzado, Antonio: La Virgen del Arco https://sanmiguelcajamarca.blogspot.com/2014/03/la-virgen-del-arco. / 

(7) https://es.wikipedia.org/wiki/Granja_Porcón 

Pisadiablos testimoniantes:

Victor Hugo Alvitez Moncada, Sara Alvitez, Elina Alvitez, Elma Rosa Rodas, Evelia Sánchez, Jorge Díaz, Hugo Pérez, Amanda Abanto Quiroz, Walter Gil Gálvez, Aurelia Quiroz Rojas, Nízida Quiroz Rojas, Carlos Rivas Rojas...   

Ilustraciones: Ever Arrascue.


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